Entramos al periodo electoral, se perfilan quienes serán candidatos por el oficialismo como por la oposición. Sin embargo, estas elecciones que se avecinan avanzan por otra ruta y algunos futuros contendientes de la Alianza por México no parecen entender lo que enfrentarán. Pretenden congraciarse con aquellos que serán sus adversarios, verbalizando en entrevistas una suerte de diplomacia condescendiente con quienes serán sus contrincantes.
El régimen encabezado por López Obrador no conoce la condescendencia ni la cortesía política, si en algo ha contribuido el mandatario ha sido en sembrar discordias, un Presidente que del agravio ha hecho una política pública, protagonizando un linchamiento diario contra aquellos que supone ponen en riesgo su proyecto de reelección indirecta.
Utilizando todas las calumnias posibles, apoyándose en el aparato de Estado para difamar, empleando medios oficiales así como un alud de improperios en un ejercicio matutino y diario del cual emerge amenazadora la desvergüenza, el arma preferida de los pendencieros que no tienen nada bueno que aportar.
Algunos precandidatos no comprenden contra quién competirán, no advierten que será una elección de Estado. Hoy no es ayer, las voces de una contienda civilizada y con respeto de las partes han quedado atrás, los instrumentos que aseguran la elección han sido colonizados por el régimen, la presidenta del INE, entregada y obsecuente, el Tribunal Federal Electoral diezmado y cooptado, los medios públicos que nos deben imparcialidad, convertidos en megáfonos del oficialismo, los recursos gubernamentales fluyen con descaro y el acarreo para simular aceptación, es ignominioso.
Algunos opositores se conducen como si fueran a una elección tersa y adoquinada por el respeto y la equidad, nada más lejano. Uno de los personajes más destacados del siglo XX fue Konrad Adenauer (1876-1967) edificador de la Alemania actual, se inicia en 1909 como vicealcalde de Colonia y en 1917 es nombrado alcalde, ganando la confianza de sus ciudadanos en tiempos muy difíciles. Al triunfo del nazismo es hostigado por el régimen y apartado de sus funciones.
Adenauer logró salvar su vida al final de aquel descomunal conflicto que se había llevado millones de vidas.
Al llegar los aliados también recelaron del político, al tiempo lo reconocen y regresa a la alcaldía con el apoyo de los ingleses, desde ahí comienza a tejer con paciencia la restructuración democrática de aquel devastado y cercenado país.
Acumulando experiencias y luchas perseverantes, llega a ser el primer canciller en 1949 después de rebasar los 70 años y construir con mucho esfuerzo -ante las potencias triunfadoras así como con la amenaza soviética-, aquella Alemania que con el tiempo se convertirá en la “Locomotora de Europa”.
Un político complejo y de una personalidad tenaz, que entendió muy bien lo que había sucedido y cuál era su lugar ante aquella Europa que renacía de un conflicto devastador.
Una de sus muchas enseñanzas es que no se puede ser siempre suave y sumiso, que las condiciones de aquella destrucción pasaron por el mutismo y la indiferencia de muchos de sus compatriotas y por aquellos que siempre se ponen del lado del abusador, así con ese criterio, se propuso construir un país libre y democrático.
Dejó para la posteridad su larga carrera, pero también su conocimiento de la política como un terreno resbaloso y lleno de individuos taimados. En política es un atributo ser educado, pero un gran defecto ser timorato, así lo constató el alemán quien afirmaba: “El arte de la política consiste en saber precisamente cuándo es necesario golpear al oponente por debajo del cinturón”.