De vez en vez, los gobernantes yoris suelen bajar a territorio yaqui. Invariablemente y desde mediados del siglo pasado, deben observar con meticulosidad y respeto los usos y costumbres de la etnia; protocolos y rituales de pesada seriedad, como ese de acudir a la ramada, sitio sagrado donde se discuten los temas que atañen a la tribu.
Invariablemente también, los gobernantes yoris ponen su cara más adusta, casi de compunción y como si entendieran los diálogos que en su lengua, las autoridades tradicionales cruzan entre sí para presentarlos, para explicar los motivos de la visita y conceder su permiso para que los gobernantes yoris expongan a su vez lo que a su interés convenga.
Y si los yaquis permanecen hablando casi entre dientes y con sus rostros impasibles como esculpidos en tierra, los gobernantes yoris ponen a su vez sus mejores gestos de seriedad, como si estuvieran entendiendo.
Así sucedió ayer de nueva cuenta en la ramada de Vícam, a donde una nutrida comitiva de funcionarios estatales, municipales y federales acudió para protocolizar su visita.
Una visita que continuaría minutos después en un amplio galerón donde cientos de costales de fertilizante fueron apilados en grandes estibas. A los lados del galerón, tractores, rastras y hasta un dron fumigador equipado con la más alta tecnología para sobrevolar los cultivos esparciendo los químicos para combatir las plagas.
Esta vez parece que la fiesta será grande. Mujeres indígenas ataviadas con amplias faldas de colores chillantes y blusas blancas con bordados multicolores bajan de una camioneta ollas con barbacoa y frijoles, panes, aguas embotelladas y refrescos, mientras funcionarios de los tres niveles de gobierno se esmeran en las labores de logística, sonido y la escenografía propia para la transmisión televisiva.
II
Todos los gobernantes anteriores llegaron de vez en vez a la ramada de Vícam o a la de cualquiera de los otros siete pueblos que conforman la nación yaqui y protagonizaron actos similares, pero de un tiempo a la fecha, concretamente desde 2018, ninguno lo había hecho con tanta frecuencia, ni con tantos programas de beneficio para la tribu, acuerpados en el llamado Plan de Justicia para la Etnia Yaqui, como el presidente López Obrador. Y desde 2021, el gobernador Alfonso Durazo.
En un breviario apresurado, a partir de este Plan se desarrolla, con dos mil millones de pesos la construcción de un acueducto para dotar de agua potable a los ocho pueblos y de infraestructura a un Distrito de Riego en los que se invierten otros 10 mil millones de pesos para abrir potencialmente unas 60 mil hectáreas al cultivo. Se construyen también un hospital, clínicas, escuelas, campos deportivos y vivienda indígena.
De los alcances de este plan se explica la nutrida comitiva que al filo del mediodía llega al tejabán donde ya se llenaron las sillas con integrantes de la etnia: el gobernador Alfonso Durazo, el secretario de Agricultura federal, Víctor Villalobos y el delegado de esa dependencia, Plutarco Patiño (al que por cierto un enterado colega cajemense destapo como candidato de Morena al distrito 06 federal); la alcaldesa de Guaymas y su homólogo de Cajeme, Karla Córdova y Javier Lamarque, respectivamente, además de otros funcionarios relacionados con la agenda a desarrollar ese martes.
En su momento, Villalobos Arámbula desglosó el programa de fertilizantes gratuitos que distribuye en todo el país dos millones de toneladas de esos productos químicos que básicamente sirven para mejorar los cultivos, elevar la productividad y por tanto, las ganancias y el bienestar de los productores y sus familias.
Recomendó a los productores yaquis, entre veras y bromas, que no fueran a vender el fertilizante que les otorgaron gratuitamente, pues dijo, no faltará quién les ofrezca dinero a cambio, pero ese dinero es nada comparado con el valor comercial del producto, pero sobre todo, con el valor intrínseco que tiene al potenciar la productividad de los cultivos.
Algo les sabrá a los yaquis, a quienes el paternalismo gubernamental ha financiado por décadas sus actividades productivas, con resultados más bien magros, pues muchos suelen rentar sus tierras y maquinaria, o malbaratar vehículos y otros enseres.
Lo cierto es que este año, en Sonora se entregarán mil 400 toneladas de fertilizantes a 3 mil 095 productores para beneficiar cultivos en 4 mil 800 hectáreas, “pero la ventanilla está abierta para que se incorporen a este programa todos los productores que quieran hacerlo”, dijo.
El gobernador Durazo, por su parte, hizo el recuento de programas contenidos en el Plan de Justicia, subrayó la importancia que para el presidente Andrés Manuel López Obrador ha tenido desde siempre la tribu yaqui, con cuyas autoridades tradicionales refrendó su cercanía y compromiso.
Este evento terminó después del mediodía y como el hambre apretaba, la comitiva gubernamental junto a las autoridades tradicionales yaquis dieron cuenta de los platillos que opíparamente prepararon para la ocasión las manos expertas de la etnia. No hubo wakabaki esta vez y en lugar del típico caldo de hueso y carne de res con verdura, elotes y garbanzo, se sirvió una barbacoa que no dejó sentido a nadie, mucho menos si se combinó con tortillas de harina recién hechas y frijoles de fiesta.
A la mesa, los de mejor diente y mayor apetito fueron el gobernador y la alcaldesa de Guaymas, Karla Córdova, que dejaron los platos de unicel como para comercial del jabón ‘Salvo’ y no le dieron un respiro a la mandíbula ni para comer ni para grillar. Están pesados, la verdad.
Posteriormente la comitiva se trasladó hasta el sitio donde se construye el primer hospital comunitario, que lleva un 46 por ciento de avance y debe estar concluido para finales de agosto próximo. En esta obra se invierten 429 millones de pesos y es un nosocomio con 30 camas censables; brindará, además de servicios básicos como cirugía general, medicina interna, pediatría y ginecoobstetricia, consulta externa en medicina familiar, con especialidades como oftalmología, traumatología, otorrinolaringología, ortopedia, nutrición, salud mental y salud bucal.
En este hospital se atenderá a casi 50 mil pobladores de los ocho pueblos yaquis, localizados en los municipios de Cajeme, Guaymas, Bácum y San Ignacio Río Muerto.
Colofón para grillar
Animal político que es, durante el evento de entrega de fertilizantes e insumos, el gobernador no desaprovechó la oportunidad para tomar distancia de administraciones anteriores, cuyos titulares, a diferencia de los actuales, solían llegar a territorio yaqui acompañados de estilistas y sastres para atender el cuidado de sus imágenes, alusión que debió llegar a sus destinatarios, porque inmediatamente hubo reacciones en redes sociales, donde se le fueron a la yugular a Alfonso Durazo, reclamándole que él no traía estilistas ni sastres, pero sí tenía abandonado el estado y en los tres años que lleva como gobernador ha dejado que la violencia criminal crezca como nunca antes.
Fuerte el reclamo, y diríase que no desprovisto de razón, pues particularmente en las últimas semanas se han suscitado en Sonora hechos violentos que sacudieron a la opinión pública.
Y es que en tiempos de campaña, todos juegan. Al gobernador le ha llovido en su milpa en los últimos días, cuando se ausentó del estado para participar del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, regresando a México para participar en la capital del país y en su calidad de presidente del Consejo Político Nacional de Morena, del ungimiento de Claudia Sheinbaum como candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia a la presidencia de la República.
En su ausencia, se realizó el hallazgo de al menos 50 cuerpos en fosas clandestinas cerca del pueblo pesquero El Choyudo, en la Costa de Hermosillo; hubo un enfrentamiento entre policías y sicarios que dejó 12 de estos muertos y dos agentes heridos no de gravedad; asesinaron al doctor Carlos López Carrillo, reconocido médico estético en esta capital y localizaron muerta en un paraje al norte de Hermosillo a una menor de edad que había sido reportada como desaparecida. Ayer mismo hubo enfrentamientos armados en Ciudad Obregón.
Desde luego, al gobernador le han cuestionado por todo esto y, como en juego que tiene desquite ni quien se pique, pues el señor también les arrimó leña a sus opositores, cuestionando en este caso su frivolidad en la atención a los pueblos indígenas.
Nada, definitivamente nada de lo que suceda o deje de suceder en estos días preelectorales, puede entenderse si no es en el contexto de la batalla por la sucesión presidencial y del resto de procesos locales.
Así que listos, porque fuego habrá desde ambos bandos.
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