La Pequeña Dosis de Historia Por: Doctor Joaquín Robles Linares
Sonora tuvo un desarrollo peculiar a diferencia de otras entidades, en tiempos anteriores a la Revolución experimentó una fragilidad institucional, varios factores contribuyeron en esto: La lejanía del centro político nacional, la vecindad con los Estados Unidos, que daba ventajas pero también problemas, como el robo de ganado que los cuatreros vendían allá sin que las autoridades norteamericanas castigaran el ilícito.
La dilatada extensión territorial, la accidentada orografía y la actitud beligerante de algunos pueblos originarios, esto provocó una cohesión social de los vecinos en torno a los dispersos pueblos, quienes instrumentaron acciones defensivas en auxilio de sus habitantes.
Ante lo débil de las instituciones, entre las cuales se encontraba la Iglesia -que a diferencia de otras regiones del País aquí no tuvo el dominio educativo-, los antiguos sonorenses ejercitaron una tradición cívico-liberal como lo ha definido Ignacio Almada Bay, que llevó a los residentes de aquellos remotos y aislados pueblos a construir sus propios mecanismos para su organización, defensa y protección, estableciendo una suerte de autodeterminación política y administrativa.
Aquellos sonorenses vivían en medio de hostilidades y la realidad les demostró que la Federación se encontraba muy lejos. Bajo estas condiciones constituyeron una Guardia Nacional integrada y sufragada por ellos, adicionalmente empleaban centinelas en las localidades para advertir y responder a los peligros.
Los sonorenses herederos de este orden se integrarían con éxito al movimiento revolucionario, aportando experiencias valiosas y demostrando un eficaz entrenamiento que sería muy útil en el conflicto armado. Ya como Gobierno comprendieron que las formas de administración y seguridad del siglo XIX eran inoperantes en los albores del siglo XX.
Acercaron a las entidades, ciudades y pueblos aquellas instituciones que probaban la existencia de un Estado como lo es la seguridad. Durante el siglo XX será una constante, no fue fácil ni tampoco un éxito total, pero lograron tener control del territorio así como la asistencia de diferentes cuerpos en defensa de las entidades y los ciudadanos.
En tiempos recientes erigir una Policía civil y profesional nos consumió tiempo y esfuerzo, el Gobierno de la Republica erró al desaparecer a la Policía Federal, se perdieron capacidades ya ganadas y veteranía, seguramente había malos elementos o algunos departamentos de la institución merecían correctivos urgentes, pero abolirla sin un diagnóstico real y sin la formación de otro organismo experimentado fue una equivocación.
Crearon una institución dependiente del Ejército, sin formación ni vocación para la Seguridad Publica, para muestra la ausencia de inteligencia que permite anticipar ilícitos sin bajas ni daños colaterales. Sonora vive tiempos difíciles, enfrentamos el embate despiadado del crimen organizado, impulsado por la ausencia de efectivos o de estrategia para combatirlos.
Los testimonios en medios empiezan a provocar angustia; el apropiamiento por parte del crimen de porciones del territorio, pueblos abandonados, ranchos amenazados, propiedades confiscadas por los criminales, carreteras intransitables y una cantidad escandalosa de asesinatos. El tema pone en grave riesgo lo que en aquellos sonorenses del siglo XIX atesoraban: El desarrollo, la paz y la confianza en un Gobierno.
En un reciente estudio del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, se demostró que el otorgamiento de becas a los jóvenes no evitó que aumentara el reclutamiento de estos por el crimen organizado.
Si a esto le sumamos la inacción de las fuerzas de seguridad y el aumento de la violencia combinada a la creciente temeridad de los criminales, el escenario es muy complejo, hoy vivimos como en el siglo XIX cuando las instituciones no existían, los testimonios de los ciudadanos afectados abundan mientras las autoridades combaten al crimen con cifras y retórica. Sonora se encuentra intimidada.