Para el momento en que usted, politizada lectora, ansioso lector pasen la vista por estas líneas, faltarán unas 48 horas para acudir a la cita con las urnas y definir, en un ejercicio que ciertamente tiene mucho de plebiscitario, qué es lo que se quiere y lo que no se quiere en cuanto a la conducción del país, del estado, del municipio o de la ranchería donde seguramente nos lee frente a una taza de café de talega y una coyota.
Como estamos en veda electoral y no se debe inducir al voto, nos abstendremos de llamados a cruzar las boletas por uno u otra candidata, y mejor hagamos un ejercicio de divertimiento para evaluar las peores y las mejores campañas, advirtiendo desde luego que lo aquí vertido nace de la pura percepción personal y no tiene como fin el cambiar el sentido de la votación, porque además los y las muy grillas lectoras de esta columna no se cuentan entre quienes deciden frente a la boleta, sino que ya tienen sus votos bien definidos… ¿o no?
Como sea, y nomás para cerrar esta crucial semana que definirá el rumbo de la nación, vayámonos a lo local para catalogar cuál fue la peor campaña, en el entendido de que usted podrá o no estar de acuerdo o bien enriquecer el catálogo. Desde esta humilde tribuna y al margen de filias y fobias, creo que lo peor que le ha pasado a la cultura política regional es haber postulado a Javier Dagnino como candidato a una diputación federal.
En el ranking de la peor campaña, se lleva el primer lugar. Este señor se sentó a dos nalgas durante tres meses en el café del Hotel Armida en Guaymas y a veces (solo a veces) salía a echar un poco de asfalto en un bache, vestido como payaso de rodeo y suponiendo que a los habitantes de ese distrito, y de todo Sonora se les olvidó el tristísimo papel que hizo como comparsa del gobierno más corrupto del que se tenga memoria.
A veces salía junto a Otto Claussen tapando un bache y agarrando una pala, pero eso era solo para la foto. Luego regresaba y a dos nalgas, se volvía a sentar en el café del Hotel Armida.
Nada tiene que hacer en la contienda.
En segundo lugar y a reserva de lo que usted diga, está “El Travieso” Arce. Un boxeador exitoso que va a perder frente a una candidata que es un asco como política, pero va a ganar con el peso de la marca y con los muchos pesos que le metieron a una campaña en la que solo visitó las colonias para tomarse la foto y hacer mucho ruido. Ni pex, al Travieso, que es buena gente pero por lo mismo lo encandilaron sus ‘asesores’, le van a noquear en esta contienda. Será el debut y despedida del ‘Travieso’, pero eso sí, sus ‘asesores’ se van a guardar unos buenos pesos.
En el ranking personal aparece Célida López, que cual kamikaze se lanzó con todo para hacer trizas la reputación de Manlio Fabio Beltrones, a quien siempre ubicó como el icono de la corrupción y de todo lo que no debería pasar en México, pero a quien fue a buscar solicitando su gestión para liberar al hijo de Guillermo Padrés.
Célida, junto a Froylán Gámez hicieron una excelente campaña para posicionar el Plan C, pero en el último día se toparon con Manlio y toda la perversidad que gravita sobre ese personaje.
En Hermosillo María Dolores del Río hizo una campaña agresiva y de mucho contacto ciudadano para recuperar la capital. En su favor soplan vientos de unidad entre partidos que en 2021 fueron por la libre, lo que a la postre le costó a Célida López no hacer buenos sus pronósticos de mantener para Morena el gobierno de Hermosillo.
II
Una de las contiendas más civilizadas entre las que recién concluyeron fue, por la calidad de sus protagonistas, su madurez política y su capacidad propositiva, la que se registró en el distrito 05 federal entre Ernesto ‘El Borrego’ Gándara y Jacobo Mendoza.
Jacobo es un militante de los que podrían llamarse morenistas químicamente puro. Cuando Morena participó por vez primera como partido en una contienda fue en 2015 y él fue candidato a la alcaldía en un contexto sumamente complicado para una izquierda que electoralmente no pintaba en el acendrado bipartidismo PRI-PAN que primaba aún en el Hermosillo de ese año.
Un panorama que por cierto cambió radicalmente en 2018 con la ola obradorista que se nutrió del voto tricolor y blanquiazul para conquistar la alcaldía con Célida López. Desde entonces Jacobo Mendoza ha sido uno de los más férreos defensores de la 4T y llegó a ser dirigente estatal de Morena, para competir en 2021 como candidato a una diputación local que ganó ampliamente.
Pero tiene enfrente a un candidato que ya fue alcalde de esta capital; ganó también la elección por el Senado en 2012 y buscó la candidatura por la gubernatura en 2015, misma que no consiguió; en 2021 fue candidato de la coalición PRI-PAN-PRD al gobierno del estado y logró la nada despreciable suma de 330 mil votos, una buena parte de los mismos en Hermosillo y concretamente en el Distrito 05 federal que hoy busca representar.
Su principal eje de la campaña fue el de la gestión para atraer más recursos presupuestales desde la Cámara Baja; tiene experiencia legislativa y sabe cómo, dónde y con quién cabildear esos recursos. Hizo una campaña muy activa por tierra, recogiendo las simpatías de quienes lo recuerdan en su paso por la alcaldía. De hecho, las encuestas publicadas hasta antes de la veda electoral le daban ventaja sobre Jacobo Mendoza, alguna de ellas hasta por 15 puntos. La mayoría de los análisis coinciden en que quizás ese distrito es el único que aparece como seguro para la coalición opositora.
Una candidata que brilló con luz propia fue Natalia Rivera Grijalva, postulada por Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Hermosillo.
Con su experiencia en campañas electorales, bien forjada en el servicio público donde llegó a ser jefa de la oficina del Ejecutivo con Claudia Pavlovich, fue la más destacada legisladora en el Congreso local.
Hizo una campaña de contraste muy interesante en la que presentó una propuesta cada día; lanzó varios retos a sus adversarios (que no aceptaron) y mandó un mensaje claro sobre los dos Hermosillos que prevalecen: el de los privilegios y el de la marginación.
Va a resultar muy interesante el comportamiento del electorado hermosillense, sobre todo cuando se están enfrentando dos fórmulas poderosas y con asimetrías notables en cuanto a financiamiento público y privado respecto a la de MC. Por un lado la que encabeza el Toño Astiazarán que busca un segundo periodo al frente del ayuntamiento, y la otra apoyada con todo por el partido Morena y sus aliados que mantienen una alta intención del voto entre los hermosillenses.
La verdad es que Natalia Rivera realmente sudó la camiseta en cruceros, calles y avenidas; en colonias, barrios, ejidos y zonas marginales, pero además vimos a una candidata muy bien preparada en el debate y en las propuestas, lo que tampoco es casual, pues su vasta experiencia en la política y el servicio público siempre la posicionaron como una candidata que por sí misma le agregará puntos al partido que la postuló.
El domingo finalmente veremos el resultado de sus esfuerzos y sabremos si hace buenos sus pronósticos de terciar la votación.
La atención sin embargo está centrada en Antonio Astiazarán y María Dolores del Río. El primero realizó una campaña intensa ponderando lo realizado en sus primeros tres años; la segunda fue más agresiva y su equipo puso el acento en temas como el de las patrullas eléctricas, el programa Creces y la presunta intención de privatizar el servicio de agua potable.
¿Cuánto incidieron esas campañas en el ánimo del electorado? Lo sabremos el domingo.
Sean cual sean sus afinidades y discrepancias, este domingo hay que salir a votar.
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