Mi gustó es…(o la otra mirada)
En algunas reuniones hemos bromeado en torno a ese juego que, sin estar instituido formalmente, parece ser el favorito, hoy en día, cuando de arruinar el prestigio de alguien se trata.
Ese juego tan de moda en suelo nacional es muy simple: uno de los jugadores dice un nombre y el otro pone la calumnia al mencionado.
Hagan de cuenta:
_ Benito Juárez
_ ¡Era un vende patria!
*
_Miguel Hidalgo
_Se robó la limosnas de la parroquia del pueblo de dolores
*
_ Emiliano Zapata
_ Era un conservador
*
_Amada Díaz
_ Fue una infiel y su mejor amiga era su pareja
*
_Juan Escutia
_ No era mexicano, pero en Tepic compró un acta falsificada porque venía huyendo de Centroamérica
_Miguel Ángel Avilés
_ Una vez lo metieron al Cotume por robarse revistas de lucha libre
Así con esa facilidad también calumniaba mi madre, cuando aseguraba, como si en sus manos trajera el expediente con las pruebas, que el dueño del terreno frente a la casa, era contrabandista, y vivía en el norte, es decir Tijuana, según el uso del habla de los porteños y todos lo dábamos como algo cierto.
Si mi madre hubiera estado en una tribuna frente a una multitud lo hubiera repetido mil veces para que se convirtiera en verdad y la muy desfachatada, todavía hubiera dicho: ” …y lo puedo probar…”.
“¡Pero pruébalo, amá! no andes de calumniosa y que después averigüen…Eso no me honra si yo te admiro, ama, la neta”
Bien pudiera haberle dicho eso, pero nunca lo hice.
En su caso, sin ser de mala fe, se limitaba a contar historias como esas que ya no importaban si eran falsas o verdaderas, sino que por sí mismas, eran literariamente bonitas, pero la calumnia va más allá y nada tienen que ver con la imaginación o lo fantástico.
En forma genérica, la calumnia es la imputación de un delito hecha por una persona a otras sabedora de su falsedad.
Según la Biblia, la calumnia es el intercambio de especulaciones y habladurías sobre alguien que da lugar a una descripción negativa de otra persona y a un deterioro de su reputación.
Esto puede dar lugar a amistades rotas, familias divididas y fracturas en una iglesia local.
Al respecto, Jesús dijo:
“Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo”.
Adentrándonos más, la calumnia se origina cuando alguien comparte algo sobre otra persona a quien le atribuye conductas particularmente delictivas, que no son ciertas, o tal vez parcialmente ciertas, pero que resulta en el daño de la reputación del destinatario.
A diferencia de la difamación y la injuria que ahora solo tienen una consecuencia en el ámbito del derecho civil, la calumnia se tipifica como delito en estos supuestos normativos: Al que presente denuncias, quejas o acusaciones calumniosas, entendiéndose por tales aquéllas en que su autor imputa un delito a persona determinada, sabiendo que ésta es inocente, o que aquél no se ha cometido; III. Al que para hacer que un inocente aparezca como imputado de un delito, ponga sobre la persona del calumniado, en su casa o en otro lugar adecuado para ese fin, una cosa que pueda dar indicios o presunciones de responsabilidad; y IV.
Al que con el propósito de inculpar a alguien como responsable de un delito ante la autoridad, simule en su contra la existencia de pruebas materiales que hagan presumir su responsabilidad.
La secuela de la calumnia es que descalabra la percepción de otro individuo en la mente de una o más personas.
“A veces la calumnia es obvia y otras veces vuela bajo la superficie y no es fácil de detectar. A veces el corazón de una persona no es puro y debido a los celos un amigo calumnia a otra persona para evitar que sus amigos cercanos se acerquen a la persona calumniada.” refiere un estudioso del tema .
El sustantivo calumnia proviene del francés antiguo esclandre, escandle o “escándalo”, del latín tardío escándaloum “piedra de tropiezo, ofensa”.
La Biblia , en tanto, en levítico 19:16-17 NVI dice sobre esto que “no andes difundiendo calumnias entre tu pueblo, ni expongas la vida de tu prójimo con falsos testimonios.
“El testigo verdadero declara la verdad; el testigo falso afirma mentiras. Hay quienes hieren con sus palabras, pero hablan los sabios y dan el alivio. El que dice la verdad permanece para siempre, pero el mentiroso, solo un instante”.
¡Boitelas!
Creo yo que la calumnia también es modelaje y contagia, sobre todo si el principal calumniador no recibe una sanción por hacerlo. Y así como cuando un patrón se ríe, sus empleados lambiscones también lo hacen y cuando no se ríe, ellos callan, así igual pasa con la calumnia y si el tótem calumnia, indiscriminada y compulsivamente, la tribu, apelando a esa frase del clásico de que “son el eco de una voz que no es la suya”, también lo harán , tal como en la madrugada lo hace el último perro de la manada que ladra, sin saber por qué lo hizo o se comportan como imitan los pericos nomas porque tienen siringe.
Tal vez por eso William Shakespeare decía que “la calumnia vive hereditariamente y se establece a perpetuidad allí donde toma posesión.”]
Por su parte, el doctor en filosofía y letras, Felicísimo Valbuena de la Fuente al hablar de la calumnia en literatura y cine, desde el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, jura –sin calumniar- que “a calumnia es un asunto que interesa a muchas personas porque sienten que han pasado por la experiencia de haber estado sometidas a ella en algún momento de su vida.
El autor estudia seis películas, de diversos países, que abarcan desde 1935 a 2012, y que abordan el asunto de la calumnia.
Aplica a esas películas varios conceptos del Materialismo Filosófico: Ética, Moral y Política; Signo práctico; la Teoría de las apariencias y algunas características del terrorismo procedimental. A continuación, identifica las diversas etapas del proceso de la calumnia. Finalmente, dedica una atención especial a las formas de luchar contra la calumnia, teniendo como fondo la teoría de la opinión pública de la investigadora alemana Elisabeth Noëlle-Neuman.
En el plano constitucional y en específico en nuestro derecho a la libre expresión debemos de tener cuidado al ejercerlo porque aquel no es ilimitado como muchos piensan y tanto ciudadanos en particular como quienes ejercen el periodismo, no debemos olvidar que por más sagrado que esto sea en una democracia, eso no es un salvoconducto para atacar a la moral, los derechos de tercero, o para provocar algún delito, o perturbar el orden público.
Es en algunas de estas excepciones al transgredirse que podemos incurrir en una calumnia y no se vale que, al sancionarnos, nos escudemos diciendo que nos están coartando nuestra libre expresión porque no es cierto.
En fin.
Moraleja, niños: calumniar, no se vale.
Porque, como dice ya ese lugar común: “La calumnia cuando no mancha tizna”
Luego entonces, que los calumniadores se vayan mucho a la tiznada.