Mi gusto es… (O la otra mirada). Por: Miguel Ángel Avilés
Para Arturo Soto Munguía (por muchas cosas)
Fue la vez que alguien propuso a un inquieto sector estudiantil de la Universidad de Sonora, en donde el saber de sus hijos hace su grandeza, que nos lanzáramos a la Ciudad de México para apoyar al movimiento del CEU y de paso estar en la marcha que conmemoraría los casi veinte años del 2 de octubre de 1968
Esa fecha no se olvida. Tampoco la del 2 de octubre.
Corría el año de 1987 y sin consulta alguna para decidir si íbamos o no, recuerdo bien o eso me dicta mi memoria, que el Fernando cabildeó con la rectoría un apoyo y consiguió un camión, más un millón de pesos de aquellos, digamos mil de ahora para la alimentada en el viaje de ida y vuelta y allá.
El CEU, es decir, el Consejo Estudiantil Universitario fue la organización del alumnado, no en cualquier plantel sino en la más importante universidad pública de América Latina, y una de las más grandes del mundo, para oponer resistencia a un intento de las consideradas como unas reformas estructurales y académicas que propuso el en ese momento rector de la institución Jorge Carpizo MacGregor, a través de un documento llamado Fortaleza y debilidad de la UNAM.
Estas propuestas, decían sus impulsores, buscaban ser “uno de los primeros esfuerzos para solucionar algunas de las deficiencias y atrasos característicos en la educación superior pública en México y en América Latina, en conjunto con lo realizado en Chile desde una perspectiva que apostaba por la disminución de los aparatos públicos y los derechos sociales”
Bueno, eso decían, vaya usted a saber si la intención era otra, pretexto de una reforma.
Bueno, así lo recuerdo o eso me dicta mi memoria.
Bueno, sigamos: la unidad que nos llevaría no tenía el confort que tienen ahora los autobuses modernos, así que el viaje ,además de maltrechar nuestros cuerpos o por esa razón , hizo cuarenta y dos horas a la capital ,esa a la que llegamos pardeando la tarde , y fuimos recibimos por una lluvia ligera y un letrero en lo alto que decía:
BIENVENIDOS A LA CIUDAD DE MÉXICO
Si el haber llegado, más esa leyenda tan hospitalaria nos animó, el entusiasmo como foráneos cambió al instante cuando vimos que, sobre una valla, como si estuviera sobre las cuerdas un rival de la Chiquita Gonzales y Pipino Cuevas juntos, así mero arremetían dos tipos contra uno solo a quien , supongo a tantos años de distancia, que de ahí se lo llevaron a terapia intensiva o a la morgue.
Sepa la bola
Pero a nosotros, llegando, nos condujeron a la UNAM , específicamente a unos cubículos y al rato a unos auditorios que tenían nombres de lo más granado de los personajes que, en ese entonces, eran los referentes latinoamericanos y mundiales de esa revolución que en México, y en particular los estudiantes, estábamos construyendo.
De los principales dirigentes del CEU, destacaban tres. Lo recuerdo bien o eso me dicta mi memoria. Con ellos tenía contacto quien propuso que fuéramos en apoyo a esa marcha.
Supongo
Lo digo porque esa tarde noche que llegamos, los habría contactado aunque ignoramos cómo pero tres horas más tarde, luego de pasar a cenar todo el batallón sonorense unos tacos al pastor y de aventar las cosas en donde pasaríamos la noche – unos cubículos de la UNAM- estábamos en un pequeño auditorio ,dispuestos a escuchar a Imanol Ordorica, Antonio Santos y Carlos Imaz quienes recién llegados de Francia a donde habían ido a exponer todo lo que ocurría alrededor del CEU y la nefasta reforma y ahora se disponían a ofrecernos una magistral conferencia, a las once de la noche, más o menos, a una parvada de interesados pero sobre todo despiertos estudiantes de la universidad de Sonora que llevaban un día y medio de viaje pero que, gracias a la transformación del país que tarde que temprano nos juraban que llegaría, permanecimos ahí, firmes, estoicos, interesados, comprometidos, alivianados, inalterables.
Hasta que antes, al ratito de iniciada la charla, uno soltara un ronquido a los pies de Antonio Santos, otro- el que antes de empezar y desde su silla de ruedas, levantaba su mano – dormía sobre la alfombra, como una mariposa pegada a un foco y un par de féminas, se disponían al unísono, como si fuera nado sincronizado, a no saber más y quedarse ahí dormidas, cual si un enemigo, le pidieran rendición.
Los conferencistas, emocionados con la historia de su movimiento, seguían en lo suyo, iban y venían sobre cómo nació el CEU, que habían logrado, como fueron sumándose más estudiantes, cómo salieron a las calles, como trascendió eso a nivel internacional y también, como la prensa detractora de esos tiempos, quizá el presidente Miguel de la Madrid, la rectoría, medio mundo sumándose al mal gobierno, hacía lo posible por restarle valor, y acusarlos de todo, así como lo termina haciendo, tarde que temprano, quien asumiéndose como gobierno y teniendo poder, busca terminar, en sentido figurado y literal, con todo aquel que les diga que el rey va desnudo, así haya sido un aliado tiempo atrás.
Para fortuna, las cosas han cambiado y estoy revolucionariamente seguro que nada de eso pasa cuando los estudiantes se inconforman, salen a la calle y alzan la voz en contra de algún exceso de poder, de cualquier derecho constitucional sobre la educación o de alguna reforma que se intente en forma tan parecida como esa que pudo confeccionarse en las oficinas de la presidencia pero que se la endilgan por completo al doctor Jorge Carpizo a quien, entre tantas consignas, gritaban a coro que le gustaba el chorizo, ignorando mi pureza de tales años, a que se referían con eso.
De la marcha en sí, en otra ocasión les detallaré, porque esa expresión que hoy sería muy homofóbica me puso rojo y aparte ya no tengo tanto espacio, sin embargo se la resumo diciéndoles que de la plaza de las tres culturas al zócalo, a excepción de un querido amigo que hoy es mi compadre, fuimos un sola voz en protestas, cánticos y arengas, ´porque de no hacerlo y no brincar luego de una amenaza, de seguro éramos porros.
“El que no brinque es porro “♬ ..”el que no brinque es porro” ♬ y así , enronquecidos todos, frente a las miradas del batallón de antimotines que nunca dejaron de acompañar al manchón de estudiantes y otros sectores que se fueron sumando, con mucha valencia o arrojo, pese a que, al día siguiente la prensa vendida que nunca ha sido vencida, don Jacobo Zablunorecuerdo y las declaraciones oficiales salieran a decir que éramos manipulados, que estábamos mal informados y otros piropos de un repitente desde palacio que asumiendo como víctima, era el victimario.
El regreso hacia el norte, después de haber entregado el alma en pro de una revolución que al fin se consolida que ni soñadamente, pudo ser al día siguiente o quien sabe, ya ven que solo estoy recordando de memoria pero lo cierto fue que en el trayecto de vuelta, el nefasto unipartidismo que ojala nunca vuelva, con esa pulcritud democrática que solían impulsar, acababa de destapar a su candidato, un tal Carlos Salinas de Gortari y los espectaculares con su conmovedora sonrisa ya estaban en todas partes.
El resultado ustedes ya lo conocen y su sexenio, con todo e interpelaciones, disidencias, frente y así, cuantimás. Ahorita, sinceramente, no pudiera decirles qué desenlace tuvo el CEU porque, insisto, no me acuerdo. Y está muy mal que no me acuerde, porque siempre de los siempre hay que tener memoria. Ya casi ni de los líderes a los que se le dormimos me acordaba. Claro, eran más, pero se los juro que no me acuerdo o era lideres no tan protagonistas o secundarios. Ignoro en donde para ahora cada uno de ellos.
En fin.
Pero “Que vivan los estudiantes
Jardín de nuestra alegría
Son aves que no se asustan
De animal ni policía
Y no le asustan las balas
Ni el ladrar de la jauría
Caramba y sambalacosa
¡Qué viva la astronomía!..
Me gustan los estudiantes
Que rugen como los vientos
Cuando le meten al oído
Sotanas y regimientos.”
Hasta allí me acuerdo.
Creo que, como muchos de esa época, ya también perdí la memoria.
Pero estoy aguiluchamente seguro, muy seguro, como dijera Vasconcelos , que por mi raza(y mi conciencia) hablará el espíritu.