El País arriba a un autoritarismo opresivo, un centralismo en el cual, quien no se somete corre riesgos enormes, la desaparición de las instituciones independientes y la aprobación apresurada de nuevas legislaciones que atentan contra los criterios garantistas internacionales, anticipan un futuro ominoso para los ciudadanos.
Muestra de esto son las modificaciones consentidas por los legisladores del oficialismo para la Prisión Preventiva Oficiosa, que no es otra cosa que cárcel automática sin pruebas, cancelando derechos humanos elementales como la presunción de inocencia, organismos internacionales advierten de lo inadmisible de estas disposiciones para un País que se presume democrático.
La Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas puntualizó que la reforma aprobada en la Cámara de Diputados sobre la Prisión Preventiva Oficiosa es “perjudicial y regresiva”.
Esta insensatez lleva el sello de la casa, el diseño legal para aplicarla también se enderezará a quien o quienes resulten incómodos políticamente, intentan construir un argumento que se estrella en el vacío al exhibirse incompetentes para abatir la escalada de violencia que ahoga en sangre a nuestro País.
Con las modificaciones se podrá silenciar cualquier reclamo al ampliar los delitos contemplados, basta la acusación sin pruebas para que se haga efectiva, la defensa será penosa, sin un sistema judicial independiente o una institución que garantice los derechos humanos.
El oficialismo asegura que con esta arbitraria herramienta se podrán encarcelar a los “generadores de violencia”, un eufemismo que pretende esconder la realidad ensayando un nuevo lenguaje, mientras esto se instrumenta, aparecen evidencias de una complicidad pavorosa entre autoridades y criminales, la realidad demuestra que actualmente la corrupción se gratifica y la incompetencia se premia, dando como resultado un aceleramiento de la actividad criminal.
El crimen extiende sus dominios, desafiantes capturan poblaciones y regiones, muestran su desapego por la vida y la crueldad parece ser su oferta de paz, una pesadilla que tiene como trama el horror. Toda esperanza se ha extraviado, la impunidad se convierte en trofeo que exhiben los criminales. Padecemos un régimen que elude la realidad, mientras se masacran inocentes y se muestran alevosamente sus atrocidades, las fuerzas del orden se encuentran pasmadas o en contubernio.
Se presentan números ante evidencias, relatos optimistas y buenas intenciones, regresamos al remolino de ocurrencias y explicaciones ideológicas, seis años de demagogia donde se jactan de atención a las causas,mientras cientos de miles sufren y el terror paraliza a una nación, casi doscientos mil muertos han heredado la “atención a las causas”.
La conferencia matutina diaria es un relato benévolo distanciado de toda problemática, importa más el cumpleaños del ex Presidente y su felicitación que las expresiones espeluznantes que vivimos los ciudadanos.
Inmersos en el primer mes con más de tres mil asesinatos, intentan distraernos asegurando que “casi” somos autosuficientes en gasolinas o que México es fuerte en su economía, calificándonos internacionalmente con una degradación en curso.
Se vuelve al deshilachado fantasma del neoliberalismo, culpable según ellos de todos nuestros retrocesos, se señala a una administración que terminó en noviembre de 2012, se quedan en el pasado donde el futuro nunca llega. Rafael Ruiz Harrell, escribió en Criminalidad y Mal Gobierno: “Si se reforman las leyes para perseguir más eficazmente al delincuente, y se lo hace en detrimento de las garantías procesales y de los derechos humanos (…) la justicia ha dejado de ser un valor colectivo, un fin social, un propósito de gobierno”, aunado al gravísimo riesgo que se use con fines políticos.
Insisten en un segundo piso de la Cuarta Transformación, que se edifica con la sangre de inocentes y la argamasa de la corrupción.