Mi gusto es.. (o la otra mirada). Por: Miguel Ángel Avilés
Antes de que empiecen con sus murmuraciones, déjenme decirles que yo también me vuelvo suspicaz pero los resultados ahí están y ni quien los pueda desvirtuar hasta ahorita.
Por eso decidí escribir sobre esta clínica Jiret cuya labor más expuesta en redes sociales, es lo que conocemos como la patrulla espiritual y el trabajo que hace.
Este grupo cristiano, originario de Tijuana, Baja California, se hizo famoso por su especial forma de ayudar a personas en situación de calle o con problemas de adicciones, y las frases que utilizan.
Hasta ahí.
Pero más allá de la cura( en las acepciones que usted quiera) y amen de los cuestionamientos que algunos realizan, el punto central que nos lleva a la aguda reflexión son los resultados que consigue, como diciéndonos o diciendo para alguien “si se quiere, si se puede”.
“Sin tanta chimichanga” de esto trata la entrega de hoy.
La clínica en donde son internados, según entiendo, tiene como director fundador al de nombre público Alexis Molugo aunque la figura visible actualmente, lo sabemos todos es “El Chiquilín”, cuyo nombre real es Jesús Ignacio Osuna Torres.
Miren pues: “Chiquilín” como le decían a mi hermano y Jesús, como él también se llamaba. Mi ama, en un periodo de su vida, hubiera estado feliz si el más grande los varones hubiera sido huésped de dicho centro.
Se llama JIREH y me refiero a la clínica, no a mi ama ni a mi hermano y ya encarrerado el gato, creo que a más de uno del barrio de entonces le hubiera caído de perlas unas vacaciones en ese parador.
Jireh, que no se me olvide, significa “ver, percibir y proveer”. Puede venir de la frase “Jehová Jireh” lo cual se traduce como “El Señor proveerá” o “El Señor nuestro proveedor”.
Pero basta de teoría, coquetos.
Lo real o práctico es que toda esta raza , con el chiquilín al frente, agarra aviada en una camioneta, la patrulla espiritual, y recorre las calles de Tijuana – por lo pronto, más otros dos o tres ciudades- en busca o topándose con sus “víctimas” quienes yacen perdidos en la droga o en el alcohol, viven en un puente, en un callejón, afuera de un oxxo, o en una casa abandonada y con serios trastornos mentales que les afectan el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento, no saben de sí.
Entonces es ahí cuando a su modo – a veces seductor, otras querendón, con resistencia o dócilmente por parte del personaje en turno– como si el dueño o un vecino quiere tener de nuevo a su mascota que se había ido y la acaba de encontrar o siendo ajena, se apiada de ella, la alimenta, le cura las heridas y a la semanas anda como si levantara la copa de un tricampeonato o estuviera recibiendo la constancia de mayoría, después de titánica contienda electoral.
Si ya llegaste hasta aquí en la lectura de esta columna, mis respetos, “qué capacidad tienes para sufrir, corazón”.
Entonces le sigo:
Pues ahí están, con el chofer que les dije y una cuadrilla recorriendo la ciudad esa panel con logo y todo de la patrulla espiritual, como si en realidad fuera una oficial, pero más que pidiéndole dinero, dándole una “beca” por seis meses, tiempo que dura el proceso de desintoxicación.
Si el nuevo huésped es de Tijuana – o de la ciudad en donde este la clínica – se busca a los familiares-cuando los tiene – o enterándose estos, acuden a verlo luego de haberse ido desde hacía varias noche o de no verlo por uno o más año desde que salió de su casa o se fugó de otro centro en donde ya llevaba dos o más ingresos.
De ser algún migrante o foráneo, a través de redes sociales, la Patrulla Espiritual difunde su ficha y localizada la familia, se le comunica que el hombre se encuentra en rehabilitación en dicho centro.
Tal es el caso de quien fue identificado como Julián Gandarilla Casas, de 49 años de edad, originario de Durango, quien se encontraba en estado de indigencia luego de vivir dos años en la calle y ahora como tantos más, ya se encuentra “becado” en el mencionado anexo.
Claro, así como tiene su grupo de simpatizantes, también hay quienes critican la forma en la que ingresan a las personas a la clínica de rehabilitación, pues más de uno muestra rechazo de querer ser anexado y en las despiadadas o democráticas redes sociales, como usted las quiera ver, se acusa al Chiquilín hasta de secuestro por llevar a las personas a la clínica sin su autorización ni la de algún familiar.
Como yo no soy su defensor ni nada parecido, le dejó aquí lo que él responde:
“Esa es la piedra angular de ‘La patrulla’, o sea, en los comentarios, en la página, yo miraba ese estigma de ‘¿Por qué te los llevas en contra de su voluntad? Yo les digo: ‘¿Qué voluntad puede tener una persona que vive para consumir y consume para vivir?’”, contestó José Ignacio cuando se le preguntó si era correcta la forma en la que realizaba sus intervenciones.
“Una persona que vive para consumir ya está sometida, ya lo único que le interesa es conseguir los 50 pesos para la siguiente sustancia… nosotros somos unas clínicas de rehabilitación que estamos regularizadas, tenemos los permisos y hacemos las cosas bien”, añadió el líder de La Patrulla Espiritual. José Ignacio entiende los comentarios que recibe en redes sociales, pero asegura que hay testimonios que respaldan el método que han manejado hasta el momento”
Si no están de acuerdo con lo que dice el Chiquilin, marque 01800NoChiquilin, si lo respaldan, marquen 01800sìChiquilin.
Nunca se podrá comunicar pero inténtelo.
De paso intente ver algunos de los testimonios o resultados que las plataformas digitales circulan a diario u a lo mejor hasta le aceptamos una beca, voluntariamente al Chiquilín para que nos compongan emocionalmente al menos un tantito.
Hasta donde vemos, no solo se les da alojamiento, sino además se les da alimentación y son medicamentados atendiendo a su alteración mental respecto a cuando llegan. No hay duda de que lo hace gente especializada y atrás del Chiquilín supongo que hay todo un equipo trabajando en esta encomienda porque viendo los antes y después de dos, tres de los que han entrado, creo que algunos encargados del servicio de salud mental pública bien haría en ir a tomar un curso o mínimo, intercambiar experiencias sobre estos logros para que aprendar, al menos, como logra parir la cochi.
No seré yo quien les cuente todos esos casos, pero sí un ejemplo: “El Larry “ un joven que se la llevaba afuera de un centro de autoservicio y hablaba incoherencias. Eso no sería novedad pues a diario más de uno lo hacemos, sobre todo hablar incoherencias. Pero él, en andrajos, con los ojos perdidos, el cabello desaliñado bicolor, con cierto aire a Van Go y rayando en la esquizofrenia fue trasladado a la clínica, engañado, diciéndole que irían a comprar droga de la que pedía. Actualmente, como decía miama “ es otro”, y su transformación es innegable pero sobre todo , da muestras de recobrar una inteligencia que quien sabe cuanto habrá traído perdida.
Si te das el tiempo y lo haces “tes voy a dar una cama con tu nombre y tus tres comidas”.
Te lo juro por Lucas 14:23.
Entonces el señor dijo al siervo: “Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. NBLA Entonces el señor dijo al siervo: ‘Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa”
Por Kevin Quiñonez no juro, porque su canción sobre la patrulla espiritual no me gustó tanto.
Y yo que le quería dar “Beca de panza, nalguita, cachetito y palabra de Dios.
Que lástima.
Como lastima es la que me da que una patrulla así no hubiera existido cuando aún había corrupción, y tantos privilegios en México .
Para fortuna eso es cosa del pasado y ya este país cambio pero imagínese que la peor época del PRI de antaño, presidencialista, unipartidista, del fanático culto a la personalidad y así, se hubiese contado con lo que pudimos haber llamado “La Patrulla sexenal “y que el pueblo bueno y sabio, encabezado por el mas pulcro líder de izquierda de entones fuera tras esos tazos dorados de la prepotencia, el despilfarro, el nepotismo, los lujos, el contubernio con el crimen organizado, el entreguismo, el tráfico de influencia y tantas otras cosas de esa Republica que se nos fue .
Clínicas nos hubieran hecho falta.
Pero ya todo aquello se desterró, coquetos, ya todo.
Se los juro por Lucas, Echeverria y El Chiquilín .