
El Zancudo. Por: Arturo Soto
Es una pena que hace poco más de tres años, dejó de existir el buen amigo y mejor abogado Marco Antonio Andrade Aguirre, una chucha cuerera en el litigio laboral, mercantil, penal y legislativo, donde pasó a la fama por varios casos ganados, pero sobre todo uno que parecía imposible y que, cuando lo sacó adelante me presumió, orgulloso, la iniciativa que redactó para tal efecto: “es un poema jurídico”, me dijo.
Es una pena que ya no esté, digo, porque el secretario del Ayuntamiento de Hermosillo, Eduardo Acuña hubiera podido consultarlo para sacar adelante la tarea asignada por el alcalde Antonio Astiazarán Gutiérrez, de buscar una vía legal para evitar la reproducción en la ciudad, de ciertos géneros o subgéneros musicales que últimamente han estado en el centro de la polémica por considerarlos apologéticos de la violencia criminal y/o de la vida y obra de ciertos personajes relacionados con actividades criminales.
El señor Acuña y el equipo jurídico del Ayuntamiento van a requerir de un auténtico ‘poema jurídico’, no tanto para proponer una legislación sobre este tema, pues ya el Código Penal Federal sanciona con cárcel y multa económica la apología del delito, pero sí para salir bien librados de ese berenjenal que significa intentar ordenar desde la condición de autoridad lo que el ciudadano puede y/o debe escuchar.
La buena fe y mejor intención del alcalde está fuera de toda duda, como lo están las de la mismísima presidenta de la República a quien le salpicó el concierto de Los Alegres del Barranco (cuya existencia desconocía) que en Guadalajara cantaron el corrido ‘El dueño del palenque’, dedicado al jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación, de quien además proyectaron imágenes en pantallas gigantes, o de algunos gobernadores como el de Michoacán o la del Estado de México donde ya fueron proscritos los llamados narcocorridos, o los corridos bélicos o tumbados que, según especialistas no son lo mismo pero se parecen mucho.
Y es que el prohibicionismo nunca ha sido buena estrategia para contener algún producto cultural que, desde el poder gubernamental se considere inapropiado para los ojos y/o los oídos de los ciudadanos y ciudadanas. Antes bien, la experiencia indica que cuando el Estado prohíbe algo (una película, un libro, una canción, etc) lo que sucede es que lo prohibido se cuela por todos los medios que el Estado ya no controla, especialmente en este boom de las redes sociales.
Ejemplos de cómo las intenciones prohibitivas resultan contraproducentes hay a pasto y el espacio de esta columna no alcanzaría para citarlos.
Pero en el caso que nos ocupa podría decirse que tal intención parte de una premisa equivocada. Supone que los narcocorridos son causa de la violencia cuando en todo caso son tan solo un efecto de la misma. Esto, desde luego, también es de una simplificación extrema, pero tampoco vamos a hacer aquí un tratado sobre la multifactorialidad del fenómeno y la necesaria transversalidad institucional y social para atenderlo, porque no acabaríamos nunca.
Arriesgándome a mostrar mi vena autoritaria, estaría de acuerdo con el alcalde en prohibir que esos productos culturales (de algún modo hay que llamarlos) se reproduzcan en espacios públicos, pero no porque produzcan criminales, sino porque son una mentada de madre a la lírica, la rima, la métrica, la melodía y hasta el lenguaje. Y claro, este es un punto de vista absolutamente subjetivo, porque a todas luces hay millones de personas que piensan lo contrario y este es el primer callejón oscuro en el que entraría cualquier intento por prohibirlos.
El otro callejón oscuro (como aquel en el que Camelia “La Texana” le metió siete balazos a Emilio Varela y se perdió con el dinero de la mariguana que llevaban en las cuatro llantas del carro) es el de la poderosa industria del espectáculo que mueve miles de millones de dólares en el mundo (y algunos dicen que hasta los lavan) en la promoción de ese tipo de música.
En resumen, no he conocido a nadie que haya bajado dos avionetas en las llanuras de Lobos y le haya metido 14 balazos a un teniente porque le robó una carga de cocaína, como lo hizo “El Perrón Merino” en el corrido que canta ‘Laberinto’, aunque creo que tal corrido no habría existido nunca si no existiera la certeza de que la colusión entre narcotraficantes y militares viene desde tiempos viejos.
Tal corrido, hay que decirlo, es musicalmente bueno en su género (otra apreciación subjetiva) haya o no haya pasado lo que en él se narra.
Pero prohibir que se reproduzca nos llevaría a prohibir por ejemplo, muchas ‘canciones’ de reggaetón, como esa que a la letra dice: “Darte como una perra/como una cualquiera/Jalarte por el pelo, agarrarte por el suelo
Usarte como escoba, aúlla como loba/Uh me la chupa, me la soba
Uh y la leche me la roba/Ella se hace la más boba/Malparida, piroba…”
Este éxito musical es de un artista conocido como De La Ghetto y en la lógica que nos ocupa, habría que proscribirlo porque incita a la sexualización salvaje, el abuso, la violencia contra las mujeres y demás. Habrá a quienes les parezca asquerosa, pero imagino que si De La Ghetto se para a la mitad del foro y dice que no va a cantar más eso, y que en su lugar va a recitar un poema de Jaime Sabines, podría suceder lo que le pasó a Luis R. Conríquez en la Feria del Caballo en Texcoco, cuando la multitud en el palenque se le echó encima y lo destrozó todo porque dijo que no cantaría más narcocorridos.
¿Ven porqué es difícil legislar en la materia?
II
Pero bueno, pasemos mejor a asuntos más amables porque apenas estamos volviendo de vacaciones y aquí sí hay que reconocer el trabajo que realizaron las autoridades de los tres niveles de gobierno para llegar al final de la ruta con un saldo blanco en general, considerando que en el estado más de dos millones de paseantes se dieron cita en los diferentes destinos turísticos.
Hubo una instrucción clara del gobernador Alfonso Durazo para reforzar la seguridad y las acciones preventivas en las que participaron más de ocho mil 700 elementos de las diversas instituciones relacionadas con los trabajos propios de estas fechas.
Lo que se logró en Hermosillo fue particularmente notable, considerando que tanto la ciudad como sus destinos rurales y de playa fueron los que tuvieron una afluencia de paseantes locales y foráneos que dejaron una derrama económica superior a los 54 mdp, 25% más que el año pasado, lo que también habla de que la gente trae dinerito para darse su merecido asueto.
Llama la atención el siguiente dato: 67 mil personas y 15 mil vehículos se reportaron en Bahía de Kino durante Semana Santa, pero en la zona rural oriente (San Pedro y sus inmediaciones) tuvo un aforo de 30 mil vehículos y 157 mil personas. O sea, el doble de paseantes prefirió las arboledas que las palapas; la carne con chile que los camarones y los paseos campestres que las revolcadas en las olas del mar de donde se suele salir con las verijas llenas de arena…
Como sea, en ambos destinos los comerciantes y prestadores de servicios reportaron ventas superiores en un 25% respecto al año anterior. Buen trabajo también de Servicios Públicos Municipales que reportan la recolección de mil 800 toneladas de desechos (¡Mil 800 toneladas!), dato que no deja de generar ciertos sentimientos encontrados, porque habla bien de la talacha de los recolectores, pero mal de la facilidad con que la gente suelta su basura donde se le pega la gana…
Obligado, tomar nota de lo ocurrido en Guaymas y concretamente en San Carlos donde se registró un accidente con una víctima fatal. Obligado, digo, porque el bello puerto se posicionó como el destino turístico más visitado con una afluencia de 260 mil visitantes y también aquí hay sentimientos encontrados porque el potencial turístico del puerto evidentemente ha crecido de manera notable y exige una mayor atención de los tres niveles de gobierno.
Chequen este dato: Bahía de Kino tuvo 67 mil personas y 15 mil vehículos durante toda la semana, pero San Carlos esa cifra se registró solo entre jueves y domingo.
La afluencia de turistas en Hermosillo dejó una derrama de 54 mdp, pero en Guaymas la cifra superó los 280 millones de pesos, cinco veces más que en la capital del estado.
Estas cifras obligan a tomar las previsiones pertinentes para el año próximo, porque Guaymas y sus playas: Los Algodones, San Francisco, Piedras Pintas, La Manga, Miramar, se están convirtiendo en destino de muchísima gente que los elige para venir a disfrutar sus asuetos.
Por cierto, y no sé si lo han notado, pero de un tiempo a la fecha, Guaymas y San Carlos son destinos habituales de la gente de Hermosillo (y de estados vecinos como Chihuahua, Sinaloa y Durango), porque ofrecen amenidades superiores y diversas que Bahía de Kino y otros destinos, lo que implica mayores atenciones de las autoridades de los tres niveles de gobierno.
III
Ya sé que se extendió la columna, pero a manera de colofón, debo disculparme porque no hubo columna después del asueto personal que tuve a bien tomarme después de arduas jornadas de trabajo, elegí un paseo por el Mediterráneo con algunas escalas en Sicilia, Cerdeña, Capri, Venecia y algunos otros lugares como Milán y Volterra, bordeando por Marruecos y otros países, y no me di cuenta de que acá en Sonora ya está listo todo para que el próximo 20 de mayo comience la entrega de uniformes escolares gratuitos.
Este no es un asunto menor si consideramos que ustedes se fueron al Choyudo o al Tazajal, pero deben saber que los que se quedaron en el rancho atendiendo asuntos propios de su responsabilidad con la honrada medianía, tuvieron que fletarse para no quedar mal con este programa que destina 300 millones de pesos para que nuestras niñas, niños y adolescentes regresen a clases en el próximo ciclo escolar con sus uniformes nuevecitos.
Así fue que la jefa de la Oficina del Ejecutivo, Paulina Ocaña y el secretario de Educación y Cultura, Froylán Gámez supervisaron, en lo que nosotros andábamos por el viejo continente, la recepción de prendas y la logística de distribución de las mismas, un trabajo en el que ya se convirtió en pieza clave el subsecretario de Administración de la SEC, Rodolfo Flores Hurtado, que llegó hace un par de años para aportar su experiencia y eficiencia en la implementación de programas fundamentales para el afianzamiento de eso que llaman legitimidad de un gobierno que cumple.
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