Columna Cafeceando. Por: Por Octaviano Rojas G.
Mientras algunos insisten en que la paz se construye con más patrullas y más balas, en Sonora se apuesta por una ruta distinta, acaso más difícil, pero sin duda más humana: desarmar para pacificar, sembrar cultura para cosechar tranquilidad. Bajo el impulso del gobernador Alfonso Durazo, el programa “Sí al Desarme, Sí a la Paz” toma forma en el estado como parte de una estrategia nacional promovida por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien parece decidida a darle contenido real a su discurso de transformación pacífica.
La iniciativa es clara: canje voluntario de armas por estímulos económicos, sin preguntas, sin expedientes, sin estigmas. Un trato directo entre ciudadanía y Estado, con el Ejército Mexicano como testigo y garante de que esto no es un montaje, sino una apuesta seria por reducir la violencia desde sus causas más inmediatas. Y no solo se trata de armas. También se intercambian juguetes bélicos por didácticos, porque la cultura de la no violencia no nace en los cuarteles, sino en los hogares y en los patios escolares. En el caso de las armas de fuego, el canje puede varias desde los 280, hasta los 25 mil pesos, dependiendo si es revólver o fusil, así como del calibre.
Durazo ha insistido en que esta acción forma parte de una estrategia integral, no de una medida aislada ni de un acto simbólico. Y tiene razón: sin participación social y sin voluntad política real, estas campañas corren el riesgo de ser actos decorativos. Pero en Sonora, el mensaje es contundente: aquí se desarma la violencia, no se maquilla.
La otra cara de esta política transformadora se refleja en el ámbito laboral, donde el senador sonorense por Morena, Heriberto Aguilar Castillo ha sido una de las voces más firmes en el Senado. Con cifras en mano y sin medias tintas, Aguilar señala que hoy México camina hacia una nueva justicia social. Salarios mínimos que ya no están por debajo de la inflación, reformas como la “Ley Silla” que dignifican el trabajo, y una visión que deja atrás la idea de que pagar poco es sinónimo de progreso económico.
“El trabajo digno es la base del bienestar”, dijo el legislador, y en esa frase se resume una de las rupturas más importantes con el pasado neoliberal. La Cuarta Transformación ha dejado claro que el crecimiento económico no puede medirse sólo por cifras macroeconómicas, sino por la calidad de vida de quienes generan ese crecimiento.
Sonora no es una isla. Es un reflejo de ese nuevo paradigma nacional donde la seguridad no depende sólo de cuántos soldados o policías patrullan las calles, y el desarrollo no se mide solo en puntos del PIB. Aquí, la paz y la justicia se construyen con acciones concretas.
Muchas gracias por su tiempo. Que tenga un excelente fin de semana, que bien podría ser lluvioso en la capital de Sonora. Y si le nace ir a votar este domingo por una mejor justicia, hágalo. Nos vemos y escuchamos de lunes a viernes en LENGUAS VESPERTINAS, por el 104.7 FM de Radio Sol, con los colegas Fernando Oropeza, Arturo Ballesteros y Arturo Soto.
