Mi gusto es… (o la otra mirada) . Por: Miguel Ángel Avilés
A mediados de esta semana vi, con emoción, los reñidos juegos que a la postre hicieron que Sonora terminara como el mejor estado en la Olimpiada Nacional de basquetbol celebrada en Guadalajara Jalisco.
Los cuatro equipos sonorenses obtuvieron medallas para conseguir así un oro, una plata y par de bronces, pero, en mi caso, vi la dos últimas batallas de la jóvenes categoría 17 – 18 años que lograron la más ansiada de las medallas y créame que no era lo más sugerible para un cardiaco.
Se habían tenido que ir a tiempos extras y faltando nada para el ultimo silbatazo, vino un enceste de tres puntos y de nuevo hubo otro tiempo extra en el cual por fin las sonorenses le ganan a Baja California y al día siguiente se llevan el oro derrotando al Estado de México.
Días antes, en esa misma ciudad, el equipo de futbol de la liga de expansión, Los Leones Negros se coronaban campeones venciendo en serie de penales a la Jaiba Brava, mientras que el título de goleo en la temporada lo conseguiría Beto Ocejo, otro Sonorense que la rompió en este torneo con la propia UdG y que bien se merece ya mejores oportunidades en primera división.
Al ver sus logros, conquistados de esa manera, no pensé en otra cosa que no fuera la importancia del esfuerzo y el tiempo que habrán invertido para conseguir esas victorias por más que en ocasiones se hubieran caído, pero ahora están de pie, con sobrada razón.
Somos Los Campeones
We Are The Champions
He pagado mis deudas
I’ve paid my dues
Una y otra vez
Time after time
He cumplido mi sentencia
I’ve done my sentence
Pero no cometí ningún crimen
But committed no crime
Y errores malos
And bad mistakes
He cometido unos
I’ve made a few
He tenido mi parte de arena tirada en mi cara
I’ve had my share of sand kicked in my face
Pero sobreviví
But I’ve come through
Y pretendemos seguir y seguir y seguir
And we mean to go on and on and on and on
Somos los campeones, mis amigos
We are the champions, my friends
Y seguiremos luchando hasta el final
And we’ll keep on fighting till the end
Son a ellos a los que admiro y en tanto que no comulgo con quienes suavizan el habla frente al superior jerárquico, le ronronean con un sí a todo y mercan su reverencia como su único talento para escalar hasta peldaño tras peldaño sin merecerlo.
Conseguido eso tan volátil, suben al púlpito de su soberbia y ni quién los aguante después.
Se da en todas partes y en todos los oficios y en todas las profesiones, lo que me hace temer que un día, esta forma de arribar se legalice y volviéndose norma, se abra la puerta, sin control de calidad alguno por más que se diga y en un empleo, cargo o comisión, el nombramiento se decida no por la preparación o la experiencia o un servicio civil de Carrera, basado en principios de mérito, transparencia, igualdad de oportunidades y profesionalización sino en un albur en donde, quien saque la carta más grande, ese gana.
Al carajo pues los principios que la constitución señala: legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad, eficiencia, economía, disciplina, profesionalismo, objetividad, transparencia, rendición de cuentas, competencia por mérito, eficacia, integridad y equidad.
Soy partidario del esfuerzo, la persistencia y la constancia ya que son claves para lograr el éxito y aunque muy cursis, lo admito, a continuación, les presento algunas frases que destacan la importancia esas virtudes:
“El éxito es la suma de pequeños esfuerzos, repetidos día tras día.”: (Robert Collier).
“Si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar, arrastra, pero no dejes de moverte.”: (Martin Luther King Jr.).
“El único lugar donde el éxito aparece antes que el trabajo es en el diccionario.”: (Vince Lombardi).
“Lo que se obtiene con esfuerzo, esfuerzo cuesta.”: (Proverbio).
“El esfuerzo constante es lo que te llevará a alcanzar tus sueños.”: (Winston Churchil).
“Síganme los buenos” ( El Chapulin colorado).
Sí, estas máximas quizá sean muy rosas y no tengan la agudeza del más grande poeta que este mundo nos dio, ni la calidez de las estrofas que interpreta Natanael Cano ni la originalidad de la helénica obra de Fabrizio Mejía, pero son lapidarias y muy ciertas.
Si dudan, sugiero que no me crean a mi – al cabo no serían los primeros – y a cambio les pido que vayan a cualquier establo de boxeadores y le pregunten, después de llegar de correr un montón de kilómetros, si el campeonato al que aspira es por méritos propios, librando obstáculos, rechazando invitaciones a una noche loca y dietas que ni Lupita Jones aguantaría o si para ello se tuvo que someter a una consulta popular o dejó en manos de sus simpatizantes la decisión de con quién pelearía, cuándo pelearía y en qué peso pelearía.
Es obvio que ante un cuestionamiento de esa naturaleza aquel entrevistado, un atleta del boxeo pero que también pudiera ser de la medicina, de la ingeniería, de las ciencias políticas, de la física, de las matemáticas, de la agronomía e incluso del boxeo, se pararía de puntitas frente al entrevistador al no concebir lo que le estaba preguntando, ya que para él, competidor profesional y un día gran deportista de alto rendimiento, deberían de llegar los más aptos o los que garanticen el cumplimiento de la chamba y sacarla bien, antes que el ahí se va o de la improvisación.
Los jóvenes y las jóvenes que triunfaron en Guadalajara, les puedo jurar, llevan años entrenando y todo lo que eso implica, lo cual obliga a mucho sacrificio y poco divertimento o desvelos, pero la recompensa llegó y hay que felicitarlos.
Lo mismo para el Beto Ocejo quien ha picado mucha piedra y no diré más y tantos otros competidores y competidores que son hijos de la dedicación y la constancia.
Lo delicado sería que, de pronto le dijeran al entrenador de las jóvenes o a Poncho Sosa, DT de Los Leones Negros que cesara al cuadro titular, se olvidara de meter a jugar a los mejores, los que llevan años preparándose, a los que ya conoce y sabe de su trayectoria ya que, en un apagón o en una noche sin luz, un dios lleno de ira por no lograr nunca una presea debido a su insignificancia, y por tanto al desconocimiento de lo que habla, ordena que ahora no se convoque a nadie a partir de su trayectoria y probidad ni se les someta a exámenes previos para conocer si está al cien en su rendimiento ni por su capacidad individual o de equipo en miras a lograr resultados excepcionales de manera consistente, aprovechando al máximo su potencial y recursos.
No conforme con eso, agarrando como bandera la excepción y no la regla, inicia una campaña de desprestigio en contra de los que a la fecha, por mas que tuvieran sus pro y contras y requirieran superar lo logrado o fuera necesario jubilar a uno o dos para dar paso a las nuevas generaciones, habían estado desde abajo dando todo de sí, para elegir una forma distinta de cómo escogerlos y en ese afán, propone que ahora ya no sea el director técnico o el entrenador o los auxiliares de estos o el instructor o “adiestrador o el coach” o “el míster” sino que la nueva lista de convocados la elija el público o todos los aficionados habidos y por haber, qué importa si alguien que es una enciclopedia en el béisbol no sabe ni maldita cosa de tenis o al revés o el hincha de fútbol jamás ha tenido contacto con el deporte ráfaga y aún así podrá alzar la mano y sugerir a dos o tres de los convocados gracias a su escuálida pericia.
Todo estuviera a la perfección si al igual que el seleccionador que sabe y los seleccionados que se lo merecen por su larga trayectoria, como es el caso de estas jóvenes y el Beto Ocejo que se la han partido para llegar allí, a los que esta vez participaran en la lista les sobrara conocimiento e información en torno a esta encomienda.
Ellos y quienes se suman a ejercicios así, a partir de un legítimo convencimiento personal, tratando de informarse al máximo, mis respetos, verdad de dios.
Pero los mas, se me hace que son unos auténticos villa melones, vocablo surgido en España para nombrar a esos que aparentan saber mucho de un tema en el que realmente son profanos.
La palabra es utilizada en el futbol, la fiesta taurina y el teatro y sirve para designar a quienes hablan y opinan, sin entender realmente nada.
Para una mayor compresión, diré futboleramente, por ejemplo, que son los que escuchan cantar al primer gallo, ellos lo imitan y cantan también, pero el único que sabe por qué y para qué cantó, es el primero.
Más fácil y valga la comparación: son los que mundial tras mundial, juran que llegaremos al quinto partido y quien quite por fin seamos campeones.
Pero la realidad es otra, creanme: Por el bien de todos, primero los goles.
Dios quiera que hasta ahí tope y que nunca llegue esto a la designación de cargos y figuras tan valiosas como esas de la vida o la cosa pública.
Dios quiera.
Por los que valen.
Y luchan hasta el final.