La decisión del Departamento de Comercio de Estados Unidos de abandonar el Acuerdo de Suspensión sobre Tomates Frescos de México, vigente desde 2019, amenaza con desatar una crisis económica en uno de los sectores agroexportadores más relevantes para México, muestran datos del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP).
La aplicación de aranceles sobre este producto, anunciado el pasado 14 de abril, podría alterar significativamente el comercio bilateral, la recaudación fiscal y el equilibrio económico de regiones clave como Sinaloa, Baja California y San Luis Potosí.
En 2024, el mercado global del tomate alcanzó un valor estimado de 207.2 mil millones de dólares. México aportó el 27.2% de esa producción mundial y exportó 2 mil 865 millones de dólares en tomate, casi en su totalidad (99.8%) hacia Estados Unidos. Esta cifra representa un crecimiento sostenido desde 2012, cuando las exportaciones eran de apenas mil 559 millones de dólares.
El golpe no es menor. Más del 75% del tomate de invernadero mexicano está destinado al exterior, y Sinaloa, principal estado productor para exportación, concentra el 37.3% del volumen total.
Según cifras oficiales, esta industria genera al menos 78 mil 920 empleos remunerados y aporta cerca de mil 825.6 millones de pesos en impuestos al fisco mexicano, principalmente por consumo final.
Pero el retiro del acuerdo arancelario abre la puerta a tarifas que podrían oscilar entre el 17.5% y el 21%, como ocurrió antes del pacto bilateral.
Esto tendría repercusiones inmediatas en la competitividad del producto mexicano, elevando precios al consumidor en Estados Unidos, reduciendo márgenes de ganancia a los exportadores mexicanos y obligando a replantear cadenas logísticas, contratos y presupuestos fiscales.
“Estamos hablando de una industria que sostiene miles de empleos en el norte y occidente del país, que depende críticamente del mercado estadounidense. El impacto no es sólo comercial: afecta recaudación, empleo y estabilidad social en regiones agrícolas”, advirtió un analista consultado por este medio.
A nivel macroeconómico, los aranceles podrían alterar la balanza comercial entre ambos países y presionar la inflación en el corto plazo, especialmente si se encarece la canasta hortofrutícola. También se anticipa una mayor presión sobre el tipo de cambio y una ralentización en el flujo de divisas por exportación agrícola.
El gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Economía, analiza escenarios de respuesta y ha solicitado diálogo con su contraparte estadounidense. Sin embargo, los expertos advierten que el entorno electoral en ambos países, México en 2024 y Estados Unidos en 2024-2025, complica la solución diplomática en el corto plazo.
Lo que está en juego no es menor: el tomate representa uno de los productos agrícolas más estratégicos en la relación comercial México-Estados Unidos.
El dato:
Estados Unidos reintroducirá aranceles del 20.91% a la mayoría de las importaciones de tomate mexicano a partir del 14 de julio, tras retirarse de un acuerdo firmado en 2019.
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