El cerco se cierra sobre una red criminal que, según autoridades, operó desde el corazón del Gobierno de Tabasco entre 2018 y 2024, durante los mandatos de Adán Augusto López y su sucesor Carlos Merino.
El centro de esta red es Hernán Bermúdez Requena, exjefe de la policía estatal, acusado de liderar el grupo delictivo La Barredora. El general Miguel Ángel López, actual mando militar en Tabasco, reveló que existe una orden de aprehensión contra Requena desde febrero, pero este logró fugarse ese mismo mes.
Los señalamientos contra Bermúdez Requena no son nuevos. El actual gobernador, Javier May, también de Morena, lo acusó abiertamente en noviembre y enero de encabezar actividades criminales, mientras que Adán Augusto López, ahora coordinador de Morena en el Senado, se ha mantenido al margen del escándalo. La presidenta Claudia Sheinbaum defendió a López, asegurando que no cree que haya estado involucrado con los delitos que se le atribuyen a su exfuncionario.
El caso de La Barredora revela una profunda infiltración criminal en instituciones de seguridad pública. El grupo operaba con impunidad en Tabasco, dedicado al tráfico de drogas, huachicol y extorsión, mientras el Estado fallaba en desarticular su estructura.
Informes de inteligencia militar, filtrados por Guacamaya, indican que desde febrero de 2021, ya se sospechaba de las actividades delictivas de Requena, apodado “El Comandante H”, cuando aún fungía como secretario de Seguridad Pública.
Un reporte titulado “Actividad Delictiva en Tabasco”, elaborado por el Ejército en agosto de 2022, confirmaba a Requena como líder de La Barredora, junto a funcionarios activos de seguridad, como Tomás Díaz, José del Castillo y Leonardo Arturo Leyva.
A pesar de esa información, no se abrieron carpetas de investigación y Requena se mantuvo en su cargo hasta enero de 2024, cuando renunció sin mayores consecuencias públicas.
Desde entonces, las autoridades han asestado varios golpes a la organización criminal. En enero, fue detenido Tomás Díaz; en marzo, cayó su colaborador “El Guasón”; y en mayo, se desmanteló un centro logístico con tres millones de litros de huachicol. Sin embargo, la violencia en Tabasco persiste, impulsada por el conflicto entre La Barredora y una célula local del Cártel Jalisco Nueva Generación, antes aliados y ahora enfrentados.
Tabasco enfrenta ahora un reto común en varios estados del país: qué hacer después de debilitar a un grupo criminal poderoso. La caída de La Barredora deja un vacío de poder que otras organizaciones podrían intentar ocupar, como ha sucedido en lugares como Guanajuato, Michoacán o Tamaulipas. La fragmentación del crimen organizado, sin una estrategia estatal sólida, suele derivar en más violencia.
Por lo pronto, la atención está centrada en la búsqueda de Hernán Bermúdez Requena, cuyo paradero es desconocido. El gobernador Javier May ha prometido revelar más información próximamente. Mientras tanto, este caso deja en evidencia la fragilidad institucional y la falta de respuesta oportuna del Estado ante redes delictivas que, por años, actuaron desde las mismas entrañas del poder.