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Home sinmediastintas
No pasa nada

Otro jaque a la democracia

Omar Ali López by Omar Ali López
20 julio, 2025
in sinmediastintas
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Sin medias tintas. Por: Omar Alí López Herrera

Cuando un ciudadano opina en redes sociales sobre una figura pública, ejerce su derecho fundamental a expresarse. Karla Estrella lo hizo; pero la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) consideró su comentario como violencia política de género. La sanción fue ejemplar: disculpas públicas diarias durante un mes, multa, inscripción en el Registro Nacional de Personas Sancionadas del INE y cursos de reeducación.

La reacción popular probó la torpeza de la decisión. Desde el primer día en que Karla cumplió su sentencia con disculpas diarias, las redes explotaron en críticas masivas contra DATO PROTEGIDO. El comentario, que habría pasado inadvertido, se volvió un escándalo nacional que expuso a la funcionaria a un escrutinio mucho mayor. La paradoja es brutal: un mecanismo para proteger contra violencia de género terminó amplificando la exposición de quien pretendía proteger. Cada disculpa diaria revive el tema multiplicando cuestionamientos no solo a la legitimidad de DATO PROTEGIDO, sino al propio TEPJF.

Ante la avalancha de críticas, DATO PROTEGIDO hizo lo impensable: pidió —sin exponer documento alguno— al tribunal reconsiderar la sanción. Pero si éste lo hiciera, desmontaría la narrativa de violencia estructural que justificó la sentencia. Y hay que decirlo: no fue un acto de generosidad, sino el reconocimiento tácito de que la medida se convirtió en un búmeran político. La solicitud no responde a una reflexión, sino a la presión social detonada por la propia sanción.

Ahora, el TEPJF enfrenta un dilema, porque la agraviada considera reparado el daño con la disculpa del primer día, y mantener la sanción sin objeto vulnera el principio de proporcionalidad (Si una sanción genera efectos que superan el daño original, su permanencia es inconstitucional).

Aquí surge una ironía jurídica: ¿qué pasaría si el TEPJF corrige la sanción y Karla decide seguir ofreciendo disculpas? El tribunal perdería autoridad sobre un acto que dejaría de ser coactivo para convertirse en resistencia civil. Cada disculpa libre sería un recordatorio de la arbitrariedad del proceso, mientras que DATO PROTEGIDO seguiría expuesta a consecuencias derivadas de su propia denuncia.

Qué incómodo, ¿no? Cuando un tribunal impone sanciones absurdas, hasta su “rectificación” posterior se vuelve contradictoria. Karla tendría derecho a seguir expresándose, y cualquier intento de frenarla violaría la libertad de expresión.

Este caso y otros conocidos —de Héctor de Mauleón, por ejemplo— muestra cómo un marco legal para proteger a mujeres en la política se usa hoy para reprimir la crítica legítima, produciendo efectos perversos que dañan a quienes dice proteger.

El TEPJF pudiera abrir la puerta para que las autoridades impongan castigos severos que, al generar polémica, permiten luego a la supuesta víctima ajustar consecuencias según convenga; pero eso no es justicia, sino arbitrariedad disfrazada.

Gracias a los tribunales, la violencia hacia las mujeres es hoy herramienta de censura e inhibe la participación ciudadana en el debate público. Peor aún: genera efectos contraproducentes, pues daña más a la supuesta víctima que el comentario original.

Por otra parte, el mensaje es siniestro: opinar puede tener consecuencias graves e impredecibles, no solo para quien opina, sino para la política misma.

Como dije, el TEPJF puede considerar el cambio de postura de la víctima como un hecho nuevo que justifique la revisión de la sentencia, porque mantener una sanción que ya cumplió su supuesto fin y produce daños mayores es violar proporcionalidad, el debido proceso y el sentido de justicia en sí.

Este episodio nos revela que etiquetar la crítica política como violencia protege más al poder que a la ciudadanía. Una práctica de regímenes autoritarios, no de un sistema que defiende libertades. Sancionar un comentario irónico, volverlo escándalo nacional y luego pedir clemencia por sus efectos no fortalece los derechos de las mujeres; los pervierte como instrumentos de control arbitrario.

Cuando la justicia se vuelve su propia contradicción y hasta su corrección produce nuevos absurdos, la democracia deja de ser un ideal para convertirse en tragedia… y luego mate.

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