Cafeceando. Por Octaviano Rojas G.
En Sonora los compromisos cumplidos son una valiosa moneda política. Y el gobernador Alfonso Durazo Montaño ha cerrado con éxito uno de los programas sociales más ambiciosos y sensibles de su administración: la entrega de uniformes escolares gratuitos a niñas, niños y adolescentes en todos los rincones del estado.
Con una inversión superior a los 316 millones de pesos este año, y un acumulado histórico de más de mil 384 millones desde el inicio de su gestión, el gobierno estatal concluyó este 19 de julio la distribución de más de 440 mil paquetes escolares en los 72 municipios de Sonora, mucho antes del arranque del ciclo escolar 2025-2026. Y sostiene que al finalizar su gestión, el programa cerrará con al menos 2 mil millones de pesos.
Más allá de las cifras –que por sí solas son contundentes– lo que está en juego aquí es algo mucho más profundo: la dignidad de las familias sonorenses y el derecho igualitario a la educación básica sin barreras económicas. Para muchas madres y padres de familia, el uniforme no es solo una prenda; es un alivio financiero, una preocupación menos, y un símbolo de que el gobierno puede estar presente donde más se le necesita.
Durazo prometió que los uniformes llegarían antes de que iniciara el ciclo escolar. Prometió que serían de calidad. Y prometió que el proceso sería ágil, sin filas interminables ni burocracia innecesaria. Ahora, con la última entrega realizada en Navojoa, esas promesas se han cumplido. La Secretaría de Educación y Cultura a cargo del joven Froylán Gámez, logró que los tutores pudieran recoger los kits escolares en menos de cinco minutos, un récord de eficiencia que, en cualquier otro contexto, parecería inverosímil.
Sin duda, el uniforme escolar se ha convertido en una herramienta de política pública eficaz. Pero también en un recordatorio de que gobernar es, ante todo, cumplir, demostrando que los compromisos no tienen que ser solo discursos.
Claro, aún queda mucho por hacer en el sistema educativo: seguir mejorando la infraestructura, reducir la deserción escolar, fortalecer la capacitación docente. Pero empezar por lo básico –literalmente por el uniforme– envía una señal clara de prioridades y voluntad.
Las actividades oficiales continuaron ayer lunes con temas de seguridad, en donde el gober volvió a pisar firme en el sur con una doble jugada política y estratégica: la inauguración del Complejo de Seguridad Pública en Guaymas y la instalación del Consejo Estatal de Paz y Justicia Cívica en Cajeme. Ambas acciones marcan no solo una nueva etapa institucional en materia de seguridad, sino también dejar en claro la importancia de pasar de la reacción policiaca a la prevención social.
Acompañado de la subsecretaria de Gobernación, Rocío Bárcena Molina y de la alcaldesa de Guaymas, la doctora Karla Córdova González, Durazo mostró que la Estrategia Nacional de Construcción de Paz tiene un rostro y una dirección en Sonora. El Complejo de Seguridad en Guaymas, con una inversión de 300 millones de pesos, no es una simple obra de infraestructura. Es, en palabras del propio mandatario, un centro de coordinación que permitirá integrar a la Policía Estatal, el C5i, el Sistema Salva y el Centro Estatal de Prevención del Delito. Un aparato operativo con músculo tecnológico y logístico.
Pero más allá del concreto, las cámaras y las salas de monitoreo, reiteró que el mensaje es claro: la seguridad no se construye solo con patrullas, sino con comunidad. Por eso, mientras en Guaymas se levantaba un bastión institucional, en Cajeme se sembraba la semilla de un modelo de justicia cívica que busca trabajar con las causas, no solo con las consecuencias. El Consejo Estatal de Paz y Justicia Cívica –y sus réplicas municipales– tienen como misión articular a las instituciones públicas y a la sociedad civil para atacar la raíz de la violencia: la desigualdad, la exclusión y el abandono social.
Durazo sabe que, para un estado como Sonora, partido históricamente por sus contrastes regionales, es necesario equilibrar el enfoque duro con uno más humano. Lo dijo Bárcena Molina al destacar el carácter “humanista” del proyecto: espacios dignos para mujeres, áreas recreativas para niñas y niños, instalaciones adecuadas para los policías. Esta no es solo una obra, es un símbolo: un modelo de seguridad que también cuida a quien cuida.
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