
El Zancudo. Por: Arturo Soto
Qué interesante se va a poner la guerra por las audiencias con la incursión de una nueva radio pública en el cuadrante de Hermosillo -y desde luego en las distintas plataformas digitales-; la primera en el país en ser concesionada a un gobierno municipal, tras una gestión que comenzó el alcalde Antonio Astiazarán en junio de 2024 ante el Instituto Federal de Telecomunicaciones.
Radio La H comenzó desde el mes pasado un periodo de pruebas en el 89.3 FM y ayer fue oficialmente inaugurada como “un espacio para la comunidad hermosillense, un punto de encuentro donde la ciudadanía podrá conocer las acciones, programas y servicios que ofrece el Ayuntamiento, además de disfrutar una programación diversa con contenidos culturales, educativos y de interés público”.
Y aquí es donde las cosas se comienzan a poner interesantes porque no hay medios -ni públicos ni privados- políticamente asépticos y está bien: las audiencias deben tener claro que en materia de comunicación la objetividad existe solo como utopía, en el sentido en que la define Eduardo Galeano define la utopía, como algo que aparece frente a nosotros y al dar un paso para alcanzarla, la utopía se aleja un paso. Y entonces, se pregunta Galeano, ¿Para qué sirve la utopía? Y el mismo se responde: para eso, para caminar.
Pero bueno, esa es una conclusión que plasmé hace unos 20 años en un libro de crónicas, y viene al caso a propósito de este histórico momento en el que por primera vez un municipio operará su propia estación de radio, dotándola de sus propios contenidos que, inevitablemente estarán cruzados por el sesgo de un proyecto político, de una forma de concebir el ejercicio de gobierno y la relación con la ciudadanía.
Técnicamente y de acuerdo a una definición muy socorrida, una radio pública es un medio de comunicación financiado y regulado por el gobierno, con el objetivo de ofrecer información, educación y cultura de manera accesible y sin fines de lucro. Estas emisoras no solo cubren temas de interés general, sino que también buscan promover la diversidad y la representación de diferentes voces de la sociedad, y tiene la responsabilidad de fomentar el conocimiento y la conciencia social, especialmente en comunidades marginadas, y ofrecer espacios donde todos los ciudadanos sean considerados y bienvenidos como iguales.
Radio La H no es la única radio pública en Sonora, existen varias más operadas por organizaciones de la sociedad civil y universidades, pero sí es la primera que opera un Ayuntamiento y es nada menos que el de Hermosillo, la capital del estado, la ciudad más poblada y en la que convive un tercio del padrón electoral del estado.
El Ayuntamiento tiene muchísimas cosas que informar: eventos, convocatorias, programas, alertas, avisos de la más variada índole, pero la radio le permitirá ampliar el catálogo de opciones, incluso informativas y de divertimiento; de difusión cultural y de cultura cívica: “Yo seré el primer garante de que este espacio sirva al propósito social y público que requiere nuestra ciudad, que sea Radio La H un antes y un después en materia de comunicación, pero sobre todo, que Radio La H suene más fuerte que nunca”, dijo el alcalde en la inauguración, donde fue acompañado de su esposa Patricia Ruibal Zaragoza y la Directora General de Comunicación Social del Ayuntamiento, Ivonne Andrade.
También estuvo presente la colega y amiga Soledad Durazo quien será la Defensora de Audiencias, un cargo que ya ocupó en Radio Sonora durante la pasada administración estatal.
El evento de inauguración fue una gran fiesta a la que me fue imposible asistir, pues no están ustedes para saberlo pero yo sí para contarles: el pasado jueves me tocó coincidir con una apreciable damita de la tercera edad que se encontraba a mi lado en conocida institución bancaria esperando para algún trámite. Muy platicadora, la señora me contó algunas cosas a las que para ser sincero, no puse mucha atención, pues sus palabras las intercalaba con una intermitente tosecilla con una que otra salpicadura, porque pues eso de los cubrebocas ya pasó de moda. Para no hacerles el cuento largo, a los dos días se me manifestaron síntomas de la nueva cepa de Covid, y la doctora me mandó con una carrucha de medicamentos, a reposo en casa.
Los síntomas afortunadamente ya están pasando y espero pronto reincorporarme -cual abnegado siervo de la nación-, más al territorio que al escritorio.
A la distancia y a la luz de las experiencias en este oficio -en el de la reporteada, no en el de siervo de la nación- uno puede concluir que los medios públicos suelen caminar sobre la delgadísima línea que separa al Estado del Gobierno, y en la mayoría de los casos se cargan más hacia el segundo que hacia el primero.
En descargo hay que decir que es una tarea muy complicada transmitir desde un medio operado, administrado y financiado por el gobierno, contenidos desprovistos de la visión de ese gobierno, mucho menos, contenidos que vayan en su detrimento de su proyecto, aunque en el Ayuntamiento hay gente muy profesional que seguramente entenderá la necesidad de generar contenidos para una sociedad heterogénea y plural en sus gustos, aficiones y militancias.
Es imposible tocar este tema sin aludir a Radio Sonora, que por cierto ayer cumplió su 43 aniversario, solo para hacerme recordar lo viejos que estamos todos ustedes. Recuerdo que la comencé a sintonizar en Ciudad Obregón y me llamaba la atención porque tenía una programación muy diversa, que incluía música folklórica latinoamericana, canciones de protesta y de la nueva trova cubana que no se escuchaban en otras estaciones.
Fundada por el gobernador Samuel Ocaña, le encargó el proyecto a su coordinador de Comunicación Social, Abelardo Rodríguez, que a su vez se apoyó en Ricardo Ribeiro, mejor conocido como “El Ché”, un argentino que llegó a México huyendo de la dictadura de Videla, y a Mónica Luna, también argentina y a quienes conocería años después en la escuela de Ciencias de la Comunicación.
Radio Sonora es otro de los grandes legados de don Samuel Ocaña y aunque en posteriores administraciones dio algunos bandazos extraños propiciados por gente que no entendió el papel de los medios públicos e intentó ponerla a competir con las radios privadas y su programación ‘comercial’, en la pasada administración estatal y en esta se articularon programaciones tan plurales y diversas como lo permiten los parámetros de sus respectivos proyectos políticos.
Particularmente en los últimos cuatro años Radio Sonora ha vivido un proceso de renovación integral, recuperando su sentido público y fortaleciendo su cercanía con la ciudadanía.
En este periodo se renovaron los títulos de concesión para garantizar al menos 15 años más de operaciones; se incrementó en 146% la programación en vivo y se regresó a los Jueves de Plaza; nada más en el último año hubo 18 nuevas producciones y se ganó la Bienal Internacional de Radio en la categoría de ‘Reportaje’ con el documental “Rebeldes, libres y norteñas. Memorias del movimiento feminista en Sonora”.
Entre otras cosas, se ha modernizado el portal de la radio, se creó el área digital que le ha permitido crecer más del 130 por ciento en seguidores en redes sociales y más de 600 producciones digitales en el último año.
Todo esto, y otras cosas que se están haciendo en Radio Sonora revelan la importancia de la comunicación a través de este medio (que ya cuenta con 30 repetidoras), un tema que tienen claro el secretario de Educación, Froylán Gámez; la coordinadora del Sistema Estatal de Comunicación, Paloma Terán y el director de la radio, Tirso Amante, bajo el mando, desde luego, del gobernador Alfonso Durazo.
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