Mi gusto es… (o la otra mirada). Por: Lic. Miguel Ángel Avilés
Lo que nos queda es especular, indignarnos, dolernos, irritarnos, llorar.
Otra vez.
Especular, indignarnos, dolernos, irritarnos, llorar de rabia o de impotencia o desesperación o como explosión irremediable de un duelo que apenas comienza a sanar y llega otra noticia que abre de nuevo la herida.
Yo me duelo, tú te dueles, él/ella se duele, nosotros/as nos dolemos, vosotros/as nos doléis, ellos/ellas duelen.
La nación entera se duele de distintas formas y diversas razones.
Es el México de mis amores, el lindo y querido, al que tenemos que decirle que, si morimos lejos, estamos dormidos y de ese modo nos traigan aquí.
Pero esa condición ya no hace falta porque algunos están muertos y otros estamos dormidos, sin estar cerca de allá, sino que estamos aquí, en nuestro mismo país.
Que carajos nos pasa como sociedad en donde, como lo he dicho otras veces, solo a punta de desgracias hacemos algo por mejorarlo y quién sabe pues, tapado en apariencia el pozo después de ahogarse el niño, resulta que no era así, no se había remediado como se dijo y, por si fuera poco, hay muchos pero muchos más pozos que tapar.
Pero esto último no se cumple, está prohibido hasta que ocurra una tragedia, una desgracia, un hecho o acto irremediable, siempre y cuando el saldo tenga de tres muertos para arriba.
Mientras tanto, no.
Puede considerarse el suceso como meramente anecdótico por no decir intrascendente debido a que, uno, porque nos gustan las emociones fuertes y al no pasar de un susto, nos reímos, como ciudadanos, de nosotros mismos y, dos, porque el omiso, el que dejó de cumplir con un deber legal, el que se hizo ojo de hormiga a la hora de exigir el cumplimiento de la norma, está seguro que, frente a sí tiene a una población quizá muy buena y muy sabía pero sin memoria y sin coraje, con un irreverente, un insurrecto espíritu feisbookero nomas pero distante de lo que suceda por aquí y por allá, en tanto no se forme parte de los números o la mortuorias cifras oficiales que nunca obtendrá la suma real pues, aunque ya esté a la vista de todo lo que quisieron ocultar, al menos queda decir que no fueron el número de víctimas que la prensa maneja, creyendo que con eso su responsabilidad jurídica y la culpa individual que no pueden evitar, es menos.
Entonces sigamos, que nada ha pasado.
NADA.
De lo de ayer pocos se acuerdan, de que lo que el día de mañana pueda ocurrir, ya veremos.
Ese es el juego: un estado mexicano, con los pies de trapo y los ojos al revés:
¿Quieres que te lo cuente otra vez?
Ya veremos.
Llegada la hora, cómo hacerle con el control de daños cuando una de las bombas de tiempo que tenemos con apariencia de guardería, o de gasolinera o de antro o de giro negro o de fabrica o de tienda o de centro de readaptación o de planta petrolera o de vecindades o de pipas, nos diga que seguimos aún sin aprender la lección esté el gobierno o las siglas partidistas que sean.
Según datos de la Asociación Mexicana de Rociadores Automáticos Contra Incendios (AMRACI) “los incendios en la industria y comercios en México representan un problema considerable. Las principales ciudades del país registran entre 4,000 y 5,000 incendios al año, de los cuales el 35% ocurre en plantas industriales y comercios. Esto significa que más de 1,400 incendios ocurren en este tipo de instalaciones cada año, lo que representa un riesgo significativo para la seguridad y la economía.”
Lascausas más frecuentes de estos incendios son variadas y pueden incluir factores como: instalaciones eléctricas: Cableados defectuosos, circuitos sobrecargados, entre otros. Almacenamiento inadecuado. El volumen considerable de estos materiales puede propagar rápidamente un incendio, lo que dificulta el control y extinción del mismo. Errores humanos, negligencia en el manejo de equipos, incumplimiento de los protocolos de seguridad, falta de mantenimiento de equipos y maquinaria, sistemas de protección contra incendio inexistentes o inadecuados.
De acuerdo con la firma SiiLA Market Analytics, aproximadamente el 45% de las naves industriales de clase A y B cuentan con gabinetes de mangueras, mientras que un 28% tiene hidrantes, y un 23% rociadores.
Como vemos, el marco jurídico y las advertencias mas las recomendaciones del quehacer, ahí están, pero también lo está el dejar pasar, la componenda, el solapamiento, la revisión selectiva, los recortes de personal, la negligencia en el mantenimiento de la infraestructura, fraudes y vicios ocultos en la construcción, permisos o licencias indebidos y sobornos a funcionarios para evadir la inspección y la regulación.
Lo anterior trae como resultando las fallas de seguridad que pueden provocar accidentes muy graves respecto a los cuales no cabe gritar, a toro pasado, “nunca más” “ni caiga quien caiga” ni “se aplicará todo el peso de la ley” ni que “se llegará hasta las últimas consecuencias”, esas que han de estar demasiado lejos porque es poco frecuente que lleguen cuando ni tan siquiera llegan a las primeras, menos a las últimas, salvo el emprender acciones que aparentan ser rigurosas, severas, implacables (con la promesas de un paquete de leyes de por medio) pero que acaban siendo meros placebos insustanciales para reducir el descontento social.
Si acaso la desgracia fue en una guardería, entonces hay que cerrarlas con tres candados y remachar las puertas de cuanta guardería exista. Si fue en un antro, entonces que se peine toda la ciudad y que no descansen los enviados hasta que quedar cerrados toditos los negocios de esa naturaleza. Si es una tienda de tal o cual cadena comercial, hay que ir por todas ellas, por mas que algunas estén a miles de kilómetros de lo ocurrido y con todos sus papeles en regla, nomás que el propósito es sentir esa catártica sensación de que se está haciendo algo, qué importa que paguen justos por pecadores, y que de la noche a la mañana, un titipuchal de empleados se quede sin trabajo.
Es decir, se actúa con una lógica tal que si, por ejemplo, se vino abajo el estadio de tal región, mientras son peras o manzanas, hay que cerrar todos los estadios del país y si se puede del mundo; si un peluquero electrocutó a un cliente al pasarle la maquina tres por una oreja, luego entonces que se cierren todas las peluquerías y conexos de la república mexicana antes que averiguar, sin perder tiempo, que es lo causó lo ocurrido, quiénes fueron los omisos y qué más hay que revisar a conciencia en el sector o perímetro, sin distinción de giros comerciales.
En fin, esto me duele no solo por lo que pasó recientemente en la tienda Waldo’s del Centro de Hermosillo, sino por lo que ha pasado y, sobre todo, al no aprender la lección, por lo que pueden volver a pasar.
No apunto a ningún servidor público, en especial. Tampoco aludo a ningún sexenio o partido político. Ya serán ellos quienes se enfrenten en un duelo de acusaciones mutuas y se pondrá en el banquillo al que años atrás marchaba exigiendo justicia, en tanto que los que eran señalados al ser gobierno, ahora de este lado, pedirán, sin mucha congruencia, el esclarecimiento de unos hechos tan parecidos a los que ellos abonaron para que ocurrieran.
Prefiero insistir en la función básica o fundamental que le compete al Estado, como institución y que es el de garantizar la seguridad del gobernado.
Nomás recordemos:
San Juan Ixhuatepec, Estado de México, luego de un estallido a las 5:45 am en una de las plantas de almacenamiento y distribución de Pemex, dejó cientos de muertos y miles de heridos y damnificados.
Una pipa de gas perteneciente a Transportadora Silza, empresa vinculada al Grupo Tomza, en la Ciudad de México, específicamente en el área del Puente de la Concordia en Iztapalapa, en septiembre de 2025, dejó múltiples víctimas mortales y heridos.
Las explosiones de Guadalajara ocurrida el 22 de abril de 1992 a causa de una fuga masiva de gasolina en el drenaje de la ciudad, que provocó una cadena de detonaciones en el sector Reforma cuya tragedia dejó más de 200 muertos (aunque se cree que la cifra real es mayor), miles de heridos y damnificados, además de la destrucción de casi 8 kilómetros de calles. Los vecinos habían reportado olores a gasolina días antes del desastre, pero las autoridades no actuaron con la debida urgencia.
La explosión en Tlahuelilpan fue la explosión de un oleoducto en la ciudad de Tlahuelilpan, en el municipio homónimo en el estado de Hidalgo, México, el 18 de enero de 2019. La explosión dejó un saldo inicial de 73 muertos y 74 heridos. Posteriormente, la cifra de muertes se elevó a 137 debido a la gravedad de las quemaduras de los lesionados.
La tragedia de ANAVERSA ocurrió un 3 de mayo de 1991 en la ciudad de Córdoba, Veracruz, y se originó al explotar la planta de plaguicidas Agricultura Nacional de Veracruz S.A. (ANAVERSA) entrando a la lista de los desastres químicos más graves dentro de la historia de México, liberando consigo diversas sustancias como plaguicidas, organofosforados y distintas sustancias tóxicas que se esparcieron alrededor de la ciudad.
La Explosión del Hospital Materno de Cuajimalpa fue una explosión ocurrida el 29 de enero de 2015, a las 07:15 (hora local) causada por una fuga de gas de un camión de Gas Express Nieto que abastecía al hospital en Cuajimalpa. El resultado en la explosión provocó el derrumbe del 70% del edificio, dejando a 8 personas que perdieron la vida (incluye 2 bebés y una enfermera) y 66 heridos (21 bebés heridos).
La explosión de la Torre Ejecutiva Pemex ubicada en la colonia Nueva Anzures, de la delegación Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México. Fue una detonación que ocurrió el jueves, 31 de enero de 2013, a las 15:45 (hora local), las causas determinantes del accidente se debieron a la acumulación de gas metano.
El 7 de mayo de 2013, un camión cisterna de gas perdió el control y se estrelló con varios vehículos y casas antes de que explotara en la autopista 85 en Ecatepec de Morelos, Estado de México. Al menos 27 personas murieron y más de 30 resultaron heridas como consecuencia del accidente. Los incendios resultantes afectaron 45 viviendas y 16 vehículos.
Waldo’s registra 12 incendios desde 2007, el más reciente con saldo mortal en Hermosillo. Desde marzo de 2007 hasta la actualidad, se han registrado 12 incendios en 10 ciudades de la república.
“El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida”.
Esta frase es de Oscar Wilde.
Pero no sé a quién la dirigía.




