La Pequeña Dosis de Historia. Por: Dr. Joaquín Robles Linares N
En nuestro país se incentivó un culto por las Fuerzas Armadas, relato con el cual el Estado mexicano pos revolucionario ambicionó fundir orden, respeto y patriotismo. Esta entidad conservó un protagonismo en la vida del País, acompañando a esta institución se exaltó a la Marina Armada de México.
Después de un prolongado tiempo, la Marina obtendrá personalidad política y mando propio, se pensaba que un marino con prestigio y experiencia naval ocuparía la posición de titular por vez primera, en política la lógica da tumbos.
“La Marina Nacional durante 119 años (1821-1940) formó parte como Departamento o Mesa de la estructura orgánica del Ministerio de Guerra y Marina (siglo XIX) y posteriormente se cambió de denominación por el de la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA). Fue hasta el 1° de diciembre de 1940, que Manuel Ávila Camacho desempeñando el cargo de presidente constitucional, nombró al general de división Heriberto Jara Corona, como el primer Secretario de Marina”. (Secretarios de Marina de 1941 a la Fecha. Unidad de Historia y Cultura Naval, María Perla del C. Illades Rosas).
Heriberto Jara Corona (1879-1968) fue un militar probado pero sin trayectoria marítima, personaje singular con tempranas inquietudes maderistas y participante activo del movimiento revolucionario.
La designación presidencial motivó la sátira popular que lo calificaba como “almirante de caballería”, posteriormente estas bromas se agudizaron con el proyecto auspiciado por el general de construir y botar un barco de cemento, para mala fortuna del secretario, el mismo día de la prueba ante la prensa, funcionarios y público asistente, la embarcación se hundió solemnemente.
En los siguientes sexenios arribarán titulares sin relación naval, Lic. Raúl López Sánchez con Miguel Alemán y el general Rodolfo Sánchez Taboada en el periodo de Adolfo Ruíz Cortines.
El rumbo se corrigió para que llegaran marinos e ingenieros navales, esto favoreció la confianza de organismos internacionales gracias a su honestidad y capacidad. Esto ya no existe, el régimen actual contrario de lo que prometió, no los reintegró a los cuarteles, le otorgó más poder, recursos y facultades ajenas a su vocación.
Al inicio de su vida pública la Marina se vio afectada por el ridículo hasta modificar el criterio de selección de sus mandos, actualmente vive una lamentable tragedia, la Marina Armada de México la transformaron en una institución castigada por la corrupción ante su cuestionable papel en la seguridad y puertos del país.
Desde 2018 las instituciones han sido afectadas por la descomposición y el escándalo, amparado por un gobierno que se prolonga en el tiempo y profundiza el deterioro, cuando la deshonestidad devasta a las fuerzas armadas la ambición se materializa y las consecuencias son demoledoras.
En el Ejército y la Secretaría de Marina pervive un argumento que les da sustento: El Honor. Los mandos militares fundidos con el poder político morenista no están conscientes del peso de sus acciones o no tienen la formación ética para hacer valer el honor.
La rectitud castrense posee una arraigada tradición en nuestro país, como aleccionaba Manuel Azueta, defensor de Veracruz y uno de los modernizadores de la educación naval:
“El comodoro Manuel Azueta quien con sus conocimientos castrenses participó en acciones militares y dirigió la Escuela Naval Militar, mostrando a los cadetes de este plantel que el camino de todo buen marino es la lealtad, honestidad, honradez y sobretodo el patriotismo”. (Militares y Marinos Destacados, Capitán Marciano Valdez Martínez, TTe. Cor. Raymundo Bautista Contreras. SEDENA-SEMAR, 2011).
Estamos viviendo una aniquiladora degradación institucional, la penetración de la delincuencia en altos mandos nos hace padecer tiempos siniestros.




