Algún día, Damián Zepeda contará la su versión completa sobre la historia de su fallida candidatura a la alcaldía de Hermosillo en 2015.
En ella se encuentran, seguramente una buena cauda de elementos para entender el activismo que desde hace años mantiene contra la alianza del PAN con el PRI (y con el PRD).
Aquella no fue una elección sencilla. Zepeda fue el candidato de un PAN que cargaba sobre la espalda la pesada carga negativa del corruptísimo gobierno de Guillermo Padrés, que traicionando doctrinas y principios de Acción Nacional –un partido que hizo de la denuncia y la lucha contra la corrupción priista su bandera durante décadas- terminó siendo debut y despedida para los afanes del panismo histórico por hacerse del gobierno estatal.
En seis años, Padrés y su gavilla desfondaron las finanzas estatales a fuerza de violentos zarpazos al presupuesto, que mágicamente convirtieron en millonarios a verdaderos piojos famélicos, algunos de los cuales hoy tienen el descaro de pretender aparecer como ‘líderes de opinión’ o avezados pontificadores de la ética, la honestidad y el correcto ejercicio de las políticas públicas, viviendo aún de lo robado. Qué flaca es la memoria de algunos.
La candidatura de Damián Zepeda enfrentó los mismos desafíos que la de Javier Gándara, el candidato del PAN a gobernador: cómo explicarle a los sonorenses la necesidad de darle continuidad a la depredación presupuestal del padrecismo, del que ambos se negaron a deslindarse, lo que terminó abriéndole el camino al regreso del PRI, tanto en la gubernatura como en la alcaldía capitalina.
Pero además Damián tuvo otro factor en contra: no estaba en el ámbito de las simpatías del entonces alcalde Alejandro López Caballero, quien no tuvo consideración alguna en demostrarlo, cuando recibió gustoso en sus oficinas al candidato del PRI, Manuel Ignacio Acosta “El Maloro”.
El disgusto del candidato del PAN fue mayúsculo y posiblemente allí se incubó lo que hoy aparece como una clara oposición a continuar los guiños, el coqueteo y la alianza con el PRI.
Me dirán que en ese entonces ni López Caballero ni Padrés evidenciaban tan abiertamente sus proclividades tricolores, pero el tiempo erosionó el maquillaje y ese mismo 2015 apareció aquella icónica foto de Guillermo Padrés con Manlio Fabio Beltrones, un día antes de que se decidiera la candidatura del PRI al gobierno del estado, que recayó en Claudia Pavlovich y no en Ernesto Gándara.
En este 2024, Alejandro López Caballero apareció apoyando la candidatura de Manlio Fabio Beltrones al senado.
El ‘PRIAN’, aquella simbiosis vergonzante en público pero celebrada en privado desde muchos años antes, quizá desde 1988 cuando el PRI y el PAN pactaron como bloque de contención de la izquierda cardenista, en Sonora comenzó a tomar forma en 2015 y Damián Zepeda es acaso un daño colateral de ese proceso.
De hecho, Damián se distanció del panismo sonorense, encontró amparo en el entonces dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya quien lo hizo Secretario General del partido a nivel nacional y en 2018 llegó al Senado por la vía plurinominal gracias a ese padrinazgo.
Desde allí se ha mantenido vigente en la política nacional y ha despuntado como un pertinaz crítico de la alianza con el PRI, proyectándose como una figura que en los próximos años podría encabezar una corriente en el blanquiazul que los lleve a regresar a sus orígenes, lo cual tampoco es garantía de triunfos electorales, sobre todo en un contexto en el que la intención del voto está desdoblándose a la izquierda, y lo que esa corriente plantea es la decantación, ya sin ambages ni recovecos, como partido de derecha, lo cual sería muy alentador para su causa si estuviéramos en Francia o España, pero estamos en México.
Damián también tiene otro dilema. El único caso de éxito en Sonora para el ‘prianismo’ es Hermosillo, donde tiene a sus más conspicuos seguidores, comenzando por el vocero de la campaña de Antonio Astiazarán, Eduardo Urbina.
A Damián Zepeda no le falta razón cuando denuesta la alianza del PAN con el PRI. En 2018 fueron barridos por Morena; en 2021 les repitieron la dosis y en 2024 se las aplicaron con mayor enjundia, lo que de alguna manera demuestra que si de ganar elecciones se trata, por ahí no es.
2015 fue el resurgimiento del PRI en Sonora. Claudia Pavlovich le puso una pela a Javier Gándara y ganaron prácticamente todo, incluyendo la alcaldía de Hermosillo con el Maloro Acosta.
Fue la primera vez que compitió Morena como partido y su participación fue bien marginal. En Hermosillo, el candidato de Morena fue Jacobo Mendoza y obtuvo, para solaz del prianismo, cinco mil votos, en una ciudad donde la elección se decide por encima de los cien mil.
A estas fechas todo ha cambiado. Claudia Pavlovich es cónsul de México en Barcelona representando al gobierno de México que encabeza López Obrador; los dirigentes del PRI y el PAN andan aturdidos, el PRD araña su permanencia como partido estatal y Morena goza las mieles de la hegemonía, lograda, quién lo dijera, por panistas y priistas que fueron clave en esta recomposición del escenario político.
¿Por dónde sí es?
Bueno, esa es una discusión que se está dando en las filas tanto del PRI como del PAN, que tienen enfrente sus asambleas nacionales donde habrán de tomar decisiones al respecto.
Del PRD ni hablo porque ya no existe, pero admito que alguna vez, allá por los 90, voté todo ‘en chorrito’ por sus candidat@s. Y con los años la decepción fue grande.
II
De 65 a 391 millones de pesos aumentó el presupuesto para el Plan Hídrico con el que busca el gobierno del estado garantizar el abasto de agua para los 72 municipios este verano que ya enseñó los colmillos con temperaturas cercanas a los 50 grados que trastornan no solo la vida cotidiana, sino las actividades productivas.
Esta sustancial inyección de recursos al Plan que busca además garantizar el suministro de agua para los próximos 30 años en la entidad no solo era necesario, sino también urgente pues los efectos del cambio climático y el calentamiento global no deparan tiempos de abundancia en materia de agua en esta desértica región.
En un rápido recuento de las acciones de este Plan, el gobernador Alfonso Durazo detalló que ya se han rehabilitado 21 pozos en poblaciones a las que nunca se había volteado a ver; se han perforado otros 34 y equipado 36 con lo que se busca atender las necesidades prioritarias de esas poblaciones.
En Hermosillo, donde ya se está resintiendo el efecto del estiaje, se trabaja en un ‘bypass’, como se le ha denominado a un proyecto para llevar agua del sur al norte de la ciudad, en el que se están invirtiendo 78 millones de pesos y que incluye un tanque de almacenamiento para 3 mil 500 metros cúbicos.
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