El resultado electoral del dos de junio está poniendo a prueba la capacidad de las dirigencias partidistas para procesar los resultados y abordar las tareas que exige la coyuntura rumbo a los siguientes comicios y más allá.
Lamentablemente para su causa, los partidos de oposición no parecen estar abordando este momento de la mejor manera. El shock de la derrota fue letal para el PRD, que desapareció del mapa en el plano nacional y ahora busca reagruparse en los estados donde conservaron el registro como partidos locales. Sonora es uno de ellos.
Pero en el PAN y en el PRI la rebelión contra sus dirigencias está adquiriendo proporciones épicas.
Hay en el blanquiazul voces importantes que reclaman a Marko Cortés el gandallismo con que amacizó los restos del naufragio, aunque no se pueden llamar engañados, pues desde un año antes, durante la elección por la gubernatura de Coahuila él mismo reveló un pacto con el PRI para el reparto de puestos en el gobierno y hasta las notarías.
Vale decir que una de las primeras voces que se levantaron en ese momento al interior del PAN fue la del sonorense Damián Zepeda, que hasta el momento sigue siendo uno de los cuadros más críticos pero también más propositivos.
Lo que sucedió hace unos días en las redes sociales fue épico. Hubo un salvaje enfrentamiento entre Marko Cortés, Felipe Calderón y Javier Lozano (clase de fichitas) en el que se dijeron de todo y exhibieron toda la ruindad con que entienden la política. A esa discusión se sumaron muchas voces, pero los personajes centrales fueron ellos. El espectáculo fue, por decir lo menos, denigrante, para solaz y esparcimiento de Morena y sus aliados.
Pero en el PRI no cantan mal las rancheras. La fractura aparece inminente tras la lanzada de Alejandro Moreno para convocar a una asamblea nacional en la que pretende ‘refundar’ el partido cambiando el nombre, el logo, los colores y hasta los estatutos. Destaca la propuesta de romper con la CTM, después de que esa central obrera, hasta hace poco uno de los principales bastiones del tricolor tomara distancia del PRI y abiertamente se sumara a Morena, como ocurrió en Sonora.
Personajes como Beatriz Paredes, Dulce María Sauri, Enrique de la Madrid, José Encarnación Alfaro y Manlio Fabio Beltrones entre muchos otros han velado armas contra la intención reeleccionista de Alito Moreno y en el caso del exgobernador sonorense, ya adelantó que no asistirá a la asamblea nacional para no validar las pretensiones de la dirigencia nacional.
Beltrones ya adelantó también que no busca la coordinación de la exigua bancada del PRI en el Senado y que actuará como una especie de legislador independiente.
El asunto no luce nada sencillo porque entre otras cosas, en esta revuelta no se observa por ningún lado de dónde podría llegar un relevo generacional que refrescara el ejercicio de la política partidista. Apostar a cuadros que ya rebasan la tercera edad puede apelar a la experiencia, pero esa experiencia se parece mucho a la del consejo de ancianos de los cangrejos de la fábula que, preocupados porque los cangrejitos caminaban al revés, tomaron la decisión de enseñarlos a caminar para adelante. Pero no pudieron porque los pequeños cangrejos veían que los viejos de la tribu caminaban también al revés y eso es lo que aprendían.
Tanto el PRI como el PAN están pasando por la que quizá sea la crisis más severa de sus historias y con un agregado: como oposición enfrentan a un gobierno poderosísimo como no se veía desde hace décadas; con tremendo poder político y con acceso prácticamente ilimitado a los recursos públicos que, como bien lo saben y añoran el PRI y el PAN, son fundamentales para fines de legitimidad.
La derrota, se sabe, es huérfana. Y en esa orfandad, tanto el PRI como el PAN están optando en esta etapa por un camino bastante escabroso: el de la implosión a la que los lleva el ajuste de cuentas.
Morena no está exenta de estos conflictos internos. De hecho en los últimos días han estado pasando por una rebelión de militantes que impugnan la diputación plurinominal del stripper Sergio Mayer. Es bastante significativo que los principales ideólogos de la izquierda histórica como Rafael Barajas “El Fisgón”, que además preside el Instituto de Formación Política y es un hombre cercanísimo a López Obrador; Pedro Miguel, que no lo es menos, entre otros hayan entrado en la ruta de la descalificación de las protestas, acusando a los inconformes de estar haciéndole el caldo gordo a la derecha y poniendo en riesgo el Plan C y las reformas obradoristas, especialmente la judicial.
No les falta razón, porque naturalmente la oposición se ha subido al debate en redes inflando las tendencias que mantienen el conflicto en la discusión pública. Pero tampoco les falta razón a los inconformes, que con nombre y apellido han previsto una reedición del desbarre que tuvo Morena cuando hizo candidata a Lilly Téllez.
El asunto sin embargo, puede decirse que es doméstico y ni siquiera se acerca a la dimensión de la crisis que viven el PRI y el PAN, porque una diputación federal (como la de Sergio Mayer) no mella la mayoría calificada, pero por eso mismo resulta al menos curioso que los más conspicuos voceros de la izquierda histórica se hayan envuelto en la bandera de la defensa de un tipo tan impresentable como Mayer, abriendo un campo de confrontación con una sector del morenismo que está escalando la protesta.
Claro, no hay punto de comparación entre el conflicto interno que vive el prianismo y el que vive Morena. Sobre todo porque este último es el partido en el poder y tiene todos los recursos (todos) para gestionar mejor la crisis. La forma en que apaciguaron a Fernández Noroña prometiéndole que ahora sí va a tomarse una selfie en el despacho presidencial es el mejor ejemplo.
No es lo mismo abordar el conflicto desde la ruina económica, la desmoralización por la derrota y los nubarrones en el horizonte, que administrarlo desde el ejercicio del poder casi absoluto. Pero hay que tomar nota de estos primeros escarceos en el partido gobernante.
II
Cargada estará la agenda política de este fin de semana con la gira de tres días que realizarán por diferentes partes del estado el presidente Andrés Manuel López Obrador y su virtual sucesora Claudia Sheinbaum Pardo.
La gira comienza hoy viernes y tiene la particularidad de que su agenda es la del reconocimiento al trabajo que viene desarrollando el gobernador Alfonso Durazo, particularmente en lo concerniente al Plan Sonora de Energía Sostenible, que ya comienza a ser visto como la punta de lanza del proceso de transición energética en el país. De hecho, Sheinbaum declaró recientemente que su gobierno dará continuidad a los proyectos que lo integran.
Este día las autoridades estarán en Puerto Peñasco para supervisar los trabajos de la planta fotovoltaica Rafael Galván; el sábado estarán en la comunidad seri de El Desemboque para ver los avances en la construcción del acueducto que abastecerá a esa población y a Punta Chueca.
Finalmente el domingo la alcaldesa de Guaymas Karla González tendrá su cachito de gloria al recibir a los presidentes -uno en funciones, otra electa- donde encabezarán una reunión de evaluación de puertos con la Secretaría de Marina, y de allí se trasladarán a Vícam para supervisar las obras y acciones del Plan de Justicia Yaqui.
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