70 años tuvieron que pasar para que el PRI perdiera por primera vez la presidencia de la República. En ese lapso, no han sido pocos los certificados de defunción que se le han extendido al tricolor y en todos los casos ha podido salir airoso, aunque cada vez más golpeado.
Este 2024, el Revolucionario Institucional quedó reducido a su mínima expresión. Bajo la dirigencia de Alejandro Moreno perdió lo mucho y lo poco. Como partido nacional no pudo ganar uno solo de los 300 distritos electorales federales, algo que ayuda a dimensionar los saldos de la batalla y el estrépito de la derrota.
La victoria, se sabe, tiene muchos padres y madres, pero la derrota es huérfana. Muy al estilo del dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, Alito Moreno buscó en los priistas que cuestionan su liderazgo y se opusieron a la reforma estatutaria aprobada en una apresurada asamblea nacional para extender su presidencia ocho años más, a los culpables de la debacle.
Con dedo flamígero señaló a los priistas que aparecen involucrados en el asesinato de Luis Donaldo Colosio hace 30 años, y en casos de corrupción como el llamado ‘Pemex Gate’. Al único que mencionó por su nombre en el caso Colosio fue a Manlio Fabio Beltrones, que ni siquiera asistió a la asamblea para no validar, dijo, las decisiones que allí se tomarían y que no tienen nada que ver con el relanzamiento del partido y sí con el reagrupamiento y consolidación del grupo de Alito.
Moreno Cárdenas repitió la fórmula que ensayó recientemente Marko Cortés, quien culpó a Vicente Fox, pero especialmente a Felipe Calderón de haber provocado el derrumbe en las votaciones por el PAN y haber sumido a ese partido en el descrédito.
¿Coincidencia? No lo creo. Ni a Marko ni a Alito les fue mal en esta elección. Ellos aseguraron seis años en el Senado y la atomización del poder en los partidos a su cargo, aunque el destino de los mismos sea incierto.
Además de la reforma estatutaria, el PRI aprobó un cambio en otros documentos básicos para tomar distancia del neoliberalismo y correrse ideológicamente a la izquierda, una idea bastante difusa que busca competir en un espacio que ya está ocupado por Morena; ya ni siquiera por el PRD, que pasó a mejor vida.
En el PAN por su parte, hay corrientes que están empujando fuerte para volver a sus orígenes, renunciar a la alianza con el PRI y buscar el voto de un electorado que se identifica con las posiciones más conservadoras. Definirse por la derecha, pues.
Pero a no dudarlo, el principal damnificado de esta contienda fue el PRI. Ni siquiera en 1987 cuando abandonaron sus filas importantes cuadros que un año después, con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza estuvieron a nada de ganar la presidencia de la República en una elección que estará marcada para siempre por la sospecha del fraude electoral.
La asamblea nacional del domingo pasado solo unificó al compacto grupo de Alito Moreno y Rubén Moreira, pero provocó el distanciamiento de otras corrientes y personajes importantes de la nomenklatura priista. Las renuncias al tricolor ya comenzaron y es muy posible que en lo sucesivo comencemos a ver el éxodo hacia otros partidos, señaladamente a Morena, que hasta hace muy poco no se reservaba el derecho de admisión y tenía prácticamente entrada libre para cuadros del PRI o de cualquier otro partido.
Para muchos tricolores, el PRI no tiene ya nada qué ofrecer y les resultaría más redituable políticamente emprender la graciosa huida.
El destino del PRI quizá dependa mucho de las realidades locales. Hay entidades donde aún conserva cierta fuerza y cuenta con una base electoral numerosa. Insuficiente considerando los niveles de votación que tuvo Morena, pero tampoco despreciable. Sonora, por ejemplo, donde alcanzaron a rasguñar el escaño de primera minoría en el Senado, aunque no les alcanzó para ganar un solo distrito local ni federal, pero conquistaron la capital del estado en alianza con el PAN.
Ya hubo un intento, durante el gobierno de Eduardo Bours, para posicionar al PRI como una marca estatal, “PRI-Sonora”, le llamaban, para diferenciarlo del PRI nacional, con cuya dirigencia el gobernador tenía serias diferencias.
Hoy, la delegación Sonora votó en contra de la reforma estatutaria y, bajo el liderazgo de facto de Manlio Fabio Beltrones ya entró en una ruta de choque con Alito Moreno y su grupo. Quizás estemos frente a una reedición de aquel “PRI-Sonora” del boursismo, al que por cierto no le fue nada bien. De hecho, su candidato a sucederlo, Alfonso Elías Serrano perdió inobjetablemente la elección frente al candidato del PAN, Guillermo Padrés Elías.
Vamos a ver cómo evolucionan las cosas.
Ecos de la doble gira presidencial
No sé si usted, rebocera lectora, mitoterísimo lector son de los que pagarían por haber viajado al menos una hora -de las más de 20 que se aventaron por tierra- junto a los presidentes de México y el gobernador del estado durante la gira de tres días que se realizó el pasado fin de semana y que cubrió buena parte del extenso territorio sonorense.
No debe ser cualquier cosa lo que a bordo de la Suburban se platicó entre estos tres personajes de primera línea en la política nacional: uno, el presidente en funciones que prepara su retiro; la otra, virtual presidenta electa que debe estar planchando la sucesión, y el tercero, no solo el gobernador de Sonora, sino también el presidente del Consejo Político Nacional del partido que arrasó por tercera vez consecutiva en los últimos seis años.
¿Se imaginan la agenda?
Sin duda buena parte de los temas estuvieron relacionados con los proyectos que con el apoyo del gobierno federal se desarrollan en Sonora, señaladamente los que integran el Plan Sonora de Energía Sostenible y a los que pública y reiteradamente la presidenta electa se comprometió a seguir apoyando, lo cual es una buena noticia porque garantiza la continuidad de los mismos, ahuyentando la posibilidad casi siempre presente, de que la nueva administración federal reoriente los recursos a otras obras y programas.
Pero, animales políticos que son los tres, sería ingenuo pensar que el tema político-electoral no estuvo presente en todas esas horas que viajaron juntos, pero esas pláticas casi nunca trascienden, hasta que se traducen en acciones concretas.
Y es que en la transición hay temas urgentes como la reforma judicial y la electoral; la integración del gabinete y la sucesión en la dirigencia nacional de Morena, donde ya levantaron la mano dos mujeres: Citlallli Hernández, actual secretaria general, y Luisa María Alcalde, actual secretaria del Trabajo.
En fin, los comunes mortales nos quedaremos con la duda. Lo que sí sabemos es que esta no fue la última gira doble presidencial, pues en septiembre regresarán ambos a Sonora a supervisar otros proyectos. Recordemos que el gobernador adelantó que no terminará el sexenio de López Obrador sin que arribe el primer buque de gran calado cargado con contenedores al puerto de Guaymas. Ya veremos.
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