
Cafeceando. Por Octaviano Rojas G.
Tal como lo anticipé el lunes en Lenguas Vespertinas —programa que comparto con los colegas Arturo Soto, Arturo Ballesteros y Fernando Oropeza de lunes a viernes, de 5 a 6 de la tarde por el 104.7 FM en Radio Sol— los pronósticos se cumplieron: imperó la cordura en el Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora (STAUS) y, mediante una votación interna, la mayoría de sus integrantes decidió rechazar el estallamiento a huelga.
La votación fue cerrada, sí, pero clara: 811 votos en contra de la huelga frente a 717 a favor. Es decir, se evitó el paro por una diferencia de apenas 94 votos. Un resultado que confirma dos cosas: primero, que hay un malestar real y extendido entre los académicos; segundo, que todavía hay un margen de sensatez que prevalece frente a la tentación del todo o nada.
Un dato que no pasó desapercibido y que vale la pena revisar con lupa es el resultado en la urna correspondiente al Departamento de Administración, Contabilidad, Derecho y Economía, de donde proviene la rectora recién electa y que el próximo mes rendirá protesta, Dena Camarena, y donde obtuvo un apoyo abrumador para ganar la elección universitaria. Ahí, 94 académicos votaron en favor de la huelga y 91 en contra. ¿Qué lectura podemos darle?
Es un número muy simbólico. No sólo porque refleja lo apretado del debate interno, sino porque en el “terreno propio” de la rectora electa —ese que, en teoría, debería serle más afín y leal— la mayoría votó por irse a huelga. Por una diferencia mínima, sí, pero diferencia al fin. Esto puede leerse como una señal de advertencia: el respaldo electoral que Dena Camarena obtuvo hace unos meses no necesariamente se traduce en apoyo político sostenido dentro de los gremios.
Más aún, su propio departamento parece dividido, quizás decepcionado. No hay que olvidar que en contextos universitarios, la legitimidad se construye día a día, no sólo con la votación que te lleva al cargo. Y cuando en casa las señales son así de tensas, conviene no ignorarlas.
Por otro lado, el STEUS quedó fuera del juego por una cuestión meramente legal: su emplazamiento a huelga fue archivado por no presentarse en tiempo y forma. Y sí, aunque parezca increíble, después de tantos años de experiencia en estos procesos, siguen cometiéndose errores de procedimiento que cuestan caro en términos políticos y organizativos.
Hay que reconocer que, si bien existen condiciones que justifican una postura combativa —revisiones salariales, mejoras laborales, y la eterna discusión sobre el rumbo académico— también es cierto que el contexto actual no favorece los radicalismos. Una huelga en la Unison habría sido un disparo en el pie: para los estudiantes, para la imagen institucional, y para el mismo sindicato, que no se encuentra precisamente en su mejor momento.
Además, no hay que olvidar que estamos muy próximos al año electoral. Cada movimiento se mira con lupa y cada actor quiere medir fuerzas. Una huelga habría abierto la puerta a interpretaciones políticas que podrían haber desdibujado las causas genuinas del conflicto.
Por ahora, se evitó el paro, pero la tensión no ha desaparecido. La administración universitaria tiene un respiro, sí, pero sería un error confiarse. Los sindicatos seguirán presionando, y si no hay avances reales, el próximo semestre podría arrancar con un nuevo capítulo de confrontación.
Así que, aunque esta vez ganó la sensatez, el fondo del problema sigue intacto: una universidad pública atrapada entre liderazgos sindicales que han perdido brújula, carencias estructurales, y una rectoría que apenas empezará, pero que ya recibe señales de alerta… desde su propia casa.
Y mientras en la Universidad se buscan equilibrios, desde el Palacio de Gobierno el gobernador Alfonso Durazo Montaño dio un paso estratégico en otro frente igual de crucial: el del agua. En reunión en la Ciudad de México con el director general de la Conagua, Efraín Morales López, se dio seguimiento al Plan Hídrico Sonora, una iniciativa que busca asegurar el abasto suficiente de agua en las 72 regiones del estado, especialmente durante el verano, cuando el calor no da tregua.
Ambas instancias —Gobierno del Estado y Conagua— acordaron fortalecer el trabajo conjunto para garantizar el acceso equitativo al agua para uso humano, agropecuario e industrial. En un contexto de crisis climática, esta visión no es sólo pertinente, sino urgente. El gobernador reiteró su compromiso con las soluciones propuestas en el Plan Hídrico y agradeció la voluntad de coordinación por parte del gobierno federal, dejando claro que la justicia hídrica es parte de la justicia social.
La distribución justa del agua, su manejo sostenible y su disponibilidad futura son temas que ya no admiten demoras ni titubeos. Este encuentro forma parte de una agenda más amplia para enfrentar las condiciones del clima árido que definen a Sonora, y es también una forma de gobernar con enfoque de bienestar colectivo.
Mientras algunos insisten en polarizar, hay temas que nos recuerdan que el verdadero liderazgo se mide en capacidad de gestión, visión de futuro… y, sí, en saber cuándo evitar una huelga y cuándo asegurar el agua.
Y para cerrar este recorrido por los escenarios políticos y sociales de nuestro estado, vale la pena detenernos en una imagen que, a su manera, también habla de presente y de futuro. Hoy, en el Congreso del Estado, las niñas y los niños se apoderaron —literalmente— del recinto legislativo. Ocuparon las curules de los 33 diputados y, con una seriedad que más de un legislador en funciones debería envidiar, abordaron un tema de enorme relevancia: la seguridad de las y los niños en las escuelas y en el entorno familiar.
Se plantaron firmes, hablaron con propiedad, se apropiaron de la tribuna con soltura y responsabilidad. Algunos salieron muy contentos, incluso con su laptop bajo el brazo —aunque, hay que decirlo, no quedó claro si a todos les tocó equipo. Pero más allá del detalle, lo que dejaron claro es algo que a veces olvidamos: la política no tiene edad cuando se habla desde el corazón y con sentido de justicia.
Fue una muestra de grandeza, de futuro, y sí, también de esperanza. Porque si algo nos hace falta en estos tiempos es ver a nuevas generaciones que, sin rencores ni intereses, se atreven a decir lo que muchos adultos callan o acomodan.
Hoy, el Congreso fue verdaderamente del pueblo… aunque haya sido por unas horas y gracias a las voces más pequeñas, que esta vez sonaron fuerte.
Muchas gracias por su tiempo. Recuerde que de lunes a viernes, de 5 a 6 de la tarde los espero en LENGUAS VESPERTINAS, junto con los colegas Fernando Oropeza, Arturo Soto y Arturo Ballesteros. 104.7 de FM en Radio Sol. Los esperamos.