Durante seis décadas, el universo de gatos en un callejón de Manhattan “engañó” al público. Desde 1961, año de su estreno, hasta la actualidad, se han repetido únicamente los 30 episodios de la serie de Don Gato y su pandilla, considerada como una de las producciones fallidas de Hanna-Barbera.
Su número de episodios es apenas la quinta parte de otras caricaturas más queridas como Los Picapiedra (1960), que tuvo 150 episodios, y menos de la mitad de Los Supersónicos (1962), que llegó a 75 entregas.
Incluso quedó por debajo de producciones como Canuto y Canito, animación sobre unos perros salchicha (padre e hijo), y Tiro Loco McGraw (1959), un caballo comisario; cada una con 45 capítulos de 7 minutos de duración, frente a la media hora que tenían los michis (gatos).
Contrario a lo ocurrido en Estados Unidos, Don Gato y su pandilla se convirtió en todo un fenómeno dentro del mercado latinoamericano, encabezado por México, donde alcanzó horarios estelares vespertinos en las décadas de los 70 y 80.
“Una supercaricatura”, mencionaba cada vez que podía Rogelio Moreno, uno de los conductores principales de Canal 5, en una época en la que él y el “Tío Gamboín” eran los “líderes de opinión infantiles” en la pantalla chica.
SE HICIERON PELÍCULA
La versión de Don Gato y su pandilla para Latinoamérica fue distinta a la original, no en historia o duración, sino por su doblaje, que le dio un sesgo más local, siendo bien recibido por el público.
Jorge Arvizu, “El Tata” fue uno de los motores que impulsó el éxito de la serie. Le dio su voz en tono “rudo y tierno” a Pedro Picapiedra, y para esta caricatura interpretó con acento yucateco a “Cucho”, el gatito rosa que en un episodio se enamora de una minina blanca. También creó el tono chillón e infantil de “Benito Bodoque”, que en inglés tenía voz adulta.
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