Mis Bolas Ríspidas. Por David Parra
Por décadas, México ha cargado con la pesada losa de gobiernos costosos e ineficientes, ya no digamos distorsionados y mezquinos que han condenado a la ciudadanía a una creciente e insostenible mediocridad frente al mundo, así como a una partidocracia que les acompaña donde se turnan en el poder constituyendo una élite que administra la impunidad y el derecho de piso como si fuera garantía de patente, dictando leyes que garantizan al menos que siempre serán ellos mismos quienes nos gobiernen, con un remedo de instituciones electorales que ya ni simulan, porque abiertamente obedecen al poder en turno.
El hartazgo ciudadano es generalizado, consciente o no, cooptado o no, y de frente a una sensación de orfandad de liderazgo que le de rumbo para llegar a mejor puerto a este vapuleado país, emerge el fenómeno Ricardo Salinas, el magnate dueño de TV Azteca que en redes sociales se presenta como “el tío Richie” a quien hay quienes le perfilan como la mejor versión actual de un “Bukele mexicano”.
La comparación con Nayib Bukele no es producto de una ocurrencia… El Salvador encontró en él a un líder capaz de enfrentar a las pandillas con métodos polémicos pero efectivos, cuestionados por organismos internacionales, pero celebrados por una población harta de la violencia, la impunidad y gobiernos cómplices de la delincuencia. Bukele puso en la mesa una disyuntiva de fácil resolución: ¿Qué debe pesar más, los derechos humanos de los delincuentes o la seguridad de los ciudadanos comunes? La mayoría de los salvadoreños no dudó en elegir lo segundo y hoy El Salvador es un país muy diferente al que era antes de este singular personaje que puede considerarse hoy como todo un caudillo que liberó a un pueblo de sus opresores, pandilleros y políticos mafiosos, y que a la par ha generado una cultura nueva de prosperidad y respeto civil.
Pero visto así, la experiencia salvadoreña no se escapa de un grave defecto del caudillismo: La concentración del poder en una sola persona y la incertidumbre sobre el futuro cuando ese liderazgo se agote… ¿Quién tomará la estafeta? ¿Cómo se evitará que la república termine reciclando lo resuelto, o aún peor, si con el poder actual llegara alguien que sucumba ante las presiones que ha sorteado Bukele y regrese al Salvador a su desgracia?
En México, la crisis de credibilidad de los partidos y el fracaso de la autoproclamada “transformación” de López Obrador han abierto un enorme socavón político. La narrativa cuatrotera ha caído y el “segundo piso” se tambalea bajo el dilema de inaugurar su propia fachada o hundirse con su falso profeta y sus rémoras depredadoras, mientras se aprieta el marco regulatorio acercándonos a paso veloz al autoritarismo dictatorial.
En este caótico escenario, aparece Salinas Pliego como una alternativa muy llamativa para millones de mexicanos defraudados que entienden que la solución sólo puede ser radical frente a radicales empoderados.
La inclinación por el caudillismo es comprensible en un país como el nuestro: cuando todo lo demás ha fallado, la figura de un “salvador” pareciera una inevitabilidad, salvo porque el líder no quiera llegar a tal condición.
La historia enseña que los proyectos personalistas rara vez construyen instituciones sólidas; lo común es que se agoten en sí mismos. El más reciente que inspiró esperanza de algo mejor que lo anterior en México, terminó por lo menos, siendo un eficaz representante de la delincuencia. Lo que hoy México necesita es seguridad y prosperidad sustentables, con la restitución de un sistema que no dependa de la voluntad de resentidos y vulgares ambiciosos enfermos de poder.
La oportunidad histórica está ahí. La pregunta es si la vamos a aprovechar para reconstruir un país con instituciones firmes y libertades plenas o si seguiremos en la inercia insostenible de la modorra conformista, cuando podemos encontrar en este exitoso, arrojado y disruptivo personaje un liderazgo inspirador como el que se necesita hoy en día en este lastimado país, en lo que si acaso llega alguien mejor, si es que lo hay, que no debe provenir de una trayectoria partidista, sino de la sociedad civil y con probada capacidad para reconstruir nuestro país y sus instituciones hoy vulneradas y socavadas.
De entrada diría que me simpatiza el tío richie por cabrón y directo, por lo contrastante que resulta su perfil disruptivo ante la acartonada ortodoxia que caracteriza en este ambiente de arenas movedizas a la generalmente despreciable fauna partidista, lo cual le acerca al semblante del propio Bukele en varias maneras.
Con Ricardo Salinas Pliego hoy se vislumbra la posibilidad de construcción de un modelo que rebase la incertidumbre y se soporte en una lógica funcional por la historia personal de un empresario que ha sido capaz de armar una estructura nacional y hacerla productiva contra viento y marea y que es capaz de fajarse con cualquiera, sea presidente o encargado de despacho.
Estaría por verse que tanto se atreve a comprometer como para poder conquistar las mejores voluntades así como con cuanto talento taurino logra capotear las andanadas que ya le están dedicando los gurús cuatroteros, por lo pronto con menciones a su pariente norteño y acaso expedientes reales o no del origen de su riqueza, cuando lo que realmente habría que cuestionarse es como es que logró multiplicarla y agregaría que esa sí que es una historia interesante, como ha compartido en entretenidas y reveladoras entrevistas.
Cerraría citando al clásico que saliera con aquella frase facilona de que es menester optar entre inconvenientes, si acaso fuera el caso, ante lo cual resultaría más confiable un wey como Ricardo Salinas que cualquiera de los personajes presidenciables que ya se mencionan, ya no digamos que los que nos han gobernado, e incluso actualmente nos gobiernan, porque está más que probado que este cabrón si sabe liderar y construir frente a los que son ejemplo nítido de lo contrario, así lo acusen y hasta lo comprueben, de no menos que lo mismo que todos ellos han hecho y hasta de lo que al tío richie no se le pudiera acusar, porque lo suyo no es el crimen, si acaso el trinquete, eso sí, de manera tan legal que hasta la ley han modificado a su salud.
No pierda usted de vista a este Bukele mexicano que bien pudiera resulta un peso completo que puede darle a México una oportunidad que se le ha negado y Bytheway, le recomendaríamos que no se acartone, que siga en su irreverente caracterización, eso vende y vende muy bien, lo demás está comprobado, es un líder que sabe dirigir el barco.
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