Por David Parra
El ideal político actual, partiendo del monumental desprestigio que hoy caracteriza prácticamente a todos los partidos políticos por su tóxica y perversa rapacidad, es aquel donde el personaje trasciende a las franquicias marrulleras, incluyendo aquellas que llegan al extremo convenenciero de depender de él para su usualmente estéril sobrevivencia.
Esto puede ser tan bueno como inconveniente, dependiendo de los hechos acreditables en torno al perfil en cuestión. Ejemplos de lo negativo sobran, pero eso no sería el tema en esta ocasión.
Sólo digamos que existe una gran diferencia entre quienes se proyectan como víctimas o salvadores mesiánicos y aquellos pocos que brillan por sus resultados, que se distinguen de entre quienes promueven el odio y la división frente a los que encuentran soluciones, crean nuevos conceptos y lideran con visión y buen ejemplo sin vivir de revanchas ni enfrentamientos.
Esta última es sin duda alguna “la marca del toño”, quien al igual que el legendario justiciero californiano, ha dibujado de manera profusa su huella en la conciencia de mezquinos parásitos cortesanos incapaces de constituirse en marca, acostumbrados a vivir de la condescendencia ganada a indignos y profundos raspones de rodillas y panza, ante la ausencia de talento y capacidad política.
“La marca del toño” o más bien, el toño como marca, es el caso del presidente municipal de Hermosillo, Antonio Astiazarán Gutiérrez, quien contra todos los pronósticos, obstáculos, sabotajes y socarronas burlas demenciales, ha sido capaz de transformar para bien la capital de Sonora con sorprendentes preceptos de calidad e innovación que se conocen y replican no sólo a nivel nacional, sino internacional.
Hoy por hoy, la reluciente marca del toño en Sonora atrae tanto a partidos, como a políticos de todas las franquicias y llama al entusiasmo, al reacomodo y, naturalmente, al oportunismo, sobre todo cuando empiezan a perfilarse las definiciones que traen por consecuencia fracturas, escisiones y revanchas en la etapa del “todo suma”.
No pocos militantes de las franquicias saben que su única oportunidad para el futuro próximo está con el líder, más allá de los colores y fugaces lealtades con los desleales, con el más fuertemente posicionado y las sorpresas empiezan a hacer una cadena cada vez más visible.
En ese contexto llega el concejo estatal del PAN, que el domingo reciente se celebrara en medio de las naturales resistencias y jaloneos internos, donde nuevamente la figura central fue el toño, hasta ahora virtual e indiscutible perfilado por la candidatura del albiazul por la big one.
Acto seguido, al día siguiente en el evento de entrega de un nuevo lote de 70 patrullas para la ciudad solar, el dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, vino a acompañar al toño en una coyuntura donde los partidos que hasta ahora le acompañan tendrán que acusar recibo del mensaje altamente político que representa lo que bien debe entenderse como una primera llamada de lo que puede ocurrir en la próxima de seguir las tensiones que ya se registran en torno a las próximas definiciones.
No falta quien afirme que hay nuevo sheriff en el pueblo que se ha constituido como una marca con peso específico propio a tomar muy en cuenta en el sinuoso y accidentado camino hacia la construcción de alternativas viables y capaces de sumar al proyecto político principal, que deben pasar por consensos cargados de evidencia concisa, constante y sonante, alejadas del detestable tradicional tráfico mercenario de no pocos dirigentes de partidos.
“La marca del toño” ya está dando que decir, entrando a la etapa crítica donde las cosas se tornan más tensas e intensas tanto en lo interno como en un entorno permanentemente hostil, donde este último ya da señales hasta de eventuales jugadas perversas que empiezan a trastocar equilibrios en la seguridad, baluarte y principal premisa de esta administración.
La mala noticia para los pingos es que los hermosillenses lo saben, lo registran después de varios años en los que la ciudad y su ambiente vital se transformaron de manera espectacular, conscientes de que esto ha sido bajo presiones perversas que no han contenido el ímpetu impreso por la marca de la casa que sigue dando resultados y poniendo el ejemplo.
Los demonios andan queriendo soltarse, pero “la marca del toño” se les está tatuando en la frente como mensaje indeleble que hay que pensarla detenidamente, porque la tarea de superar un trabajo que se nota de manera contundente, como dicen en mi rancho, no está tan pelada. Truchas.
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