Mis Bolas Ríspidas. Por David Parra
La presencia de la actual secretaria de gobernación, Rosa Icela Rodríguez, una entelequia inconcebible y socarrona cuya tarea exclusiva fue de marcaje personal a una presidencia acorralada para mantener al día al farsante de Macuspana, luce insostenible ante la conflagración que se le ha venido conformando a una presidenta que está presenciando como la inoperancia de esa posición estratégica le está pasando una costosa e insostenible factura.
Como perfil más probable para este relevo, se pone en el centro de los consensos al gobernador de Sonora, Alfonso Durazo.
Pocos políticos mexicanos pueden presumir haber estado en tantos proyectos políticos tan disímbolos entre sí y haber sido operativos y eficientes, lo cual le define con naturalidad para esa posición desde la conformación del gabinete de 2018, donde mezquinamente se le designara para la secretaria de seguridad.
Luego entonces. Durazo es un político políglota: habla priista, panista, perredista, foxista y morenista.
Entiende los códigos de todos y no se le puede definir del todo en ninguno, menos en lo que en teoría se asume que es morena. Esa flexibilidad, que para otros habría sido su tumba política, hoy luce como la herramienta más funcional del régimen actual con la que pudiesen ajustarse las tuercas de la gobernabilidad nacional. Ni más ni menos.
Pero su misma historia también es a la vez una advertencia para YSQ: Alguien que se ha ido de tantos lados de manera digna y firme y que además ha abierto tantas puertas nuevas con una facilidad inconcebible, puede irse de uno más, y eso naturalmente pone nervioso a quien se ha creído su dueño sin entender que su historia ha sido la de un aliado.
Para el gobierno federal, Durazo representa una oportunidad: un negociador sobrio, disciplinado y con trayectoria ejecutiva. Para Morena, en cambio, puede ser un incómodo espejo que refleje la verdadera cara de ese galimatías descompuesto y en proceso de putrefacción acelerada.
Su presencia fortalecería la moderación en un momento donde ciertos grupos prefieren la obediencia ciega al caudillo farsante, frente a un pragmatismo operativo y funcional para los intereses del país, en lugar de la pandilla que lo exprime impunemente. Su llegada a la Segob sería un movimiento estratégico… y potencialmente disruptivo.
Y luego está Sonora.
Su ausencia no tiene un relevo visible sustentado en un liderazgo, por lo que, fiel a su estilo, lo más seguro es que dejaría a un encargado de oficina con limitadas facultades reales, por más que el congreso, que vive esa misma caracterización, designe al presunto bateador emergente. Esto evitaría una disputa inmediata entre los grupos internos de Morena.
Algo que no podemos escatimarle, independientemente de su escasa efectividad como gobernador, es su efectividad como depositario y administrador del poder: En el noroeste del país, su figura ha sido estabilizadora, y no por falta de problemas en la entidad, sino por falta de otros liderazgos con anclaje real capaces de disputarle la plaza. Simplemente no ocurrió.
La narrativa pública no será favorecedora con su salida: Sonora ha venido quedando a mitad del camino: inseguridad al alza, proyectos estratégicos aún en obra negra y una ciudadanía que, más que alegorías al forzado estilo de la pau, quiere resultados y se va a quedar esperándolos. Lo suyo quedó plenamente demostrado que no era esta tarea y que dejó muy poco como para vender un Ferrari de gobierno.
Pongamos que lo suyo es la operación política y el momento exige con urgencia de un apagafuegos capaz de dejar contentos a quienes, como es el caso de los vecinos norteños, ven un desorden en su patio trasero desde donde la basura ya les huele bastante mal, además de aquellos que han sido ignorados y agredidos con una política interna de las cavernas.
Durazo podría ser la pieza que el gobierno necesita, luce como tal, pero cada ficha que se mueve en el tablero deja un hueco atrás. Y no faltará en Sonora, principalmente en morena, quien quiera llenar ese hueco pretendiendo saber más que el jefe… En su salud lo hallará.
El tío poncho sabe bien que en política los vacíos se llenan… Por eso será el mismo quien los llene si lo llaman del bullpen para un relevo largo que, a la vez, le abriría la oportunidad para abrir el siguiente partido si logra parar al potente equipo contrario que va ganando el juego, aunque la negación cuatrotera pretenda seguir contando cuentos y dibujando felices mundos alternos de humo.
Los mexicanos queremos gobernabilidad y al gobierno le urge conseguirla, y eso es justamente lo que menos tenemos por estos días. Durazo puede representar el inicio de una reconciliación para un sistema político roto donde ya sabemos que los grandes problemas no van a resolverse, pero al menos podemos aspirar a un viraje lo suficientemente funcional como para parecernos un poco a lo mal que estábamos antes de la 4T, en lugar de seguir haciendo más profundo el hoyo en el que nos han metido en estos trágicos siete años de maldición gitana.
@dparra001 vía X
