La Pequeña Dosis de Historia Por: Dr. Joaquín Robles Linares
La contienda electoral ha terminado, pero no las intenciones de perpetuación. Tiempos difíciles para la democracia mexicana: Los críticos se desvanecen, los empresarios se someten y los medios de comunicación- en una gran mayoría-, se amedrentan.
Existen únicamente dos partidos que conservan la llama opositora, el PRI y el PAN, en el caso del Revolucionario Institucional estamos atestiguando el intento de un yerro monumental que negaría origen y futuro.
Hay que recordar que fue el antirreeleccionismo uno de los fundamentos de su procedencia, el propósito se cumplió, pasando por el empeño de algunos presidentes por reelegirse, nunca se consumaron las pretensiones por el sólido principio de la no reelección.
Los resultados de esta dirigencia nacional son los más malos en la historia del Partido, hoy transformado en una institución raquítica. Urge analizar las causas del descalabro, discutir el régimen de alianzas, así como buscar la cohesión de todas las fuerzas democráticas ante la aspiración de restauración del sistema de una hegemonía política y sus nefastas consecuencias.
La respuesta de la dirigencia del PRI es irracional, se lanza subrepticiamente la convocatoria para una asamblea al vapor, con el ingrediente venenoso de la reelección y la perpetuación de una presidencia cuestionada y ostensiblemente ilegal.
Un partido en crisis está obligado al consenso con la mayor unidad posible y dotado de lo más importante, una causa legítima. Si esta intentona se consuma, el partido -que está cerca de cumplir 100 años de su fundación-, arribaría a la próxima contienda sin causa, sin esa condición está condenado a desaparecer o a la irrelevancia.
Socialmente los partidos son motivo de interés público, sabemos que estas instituciones no gozan del interés general ni del aprecio de las mayorías, sin embargo, en cualquier democracia funcional son indispensables para acotar el poder o establecer cambios democráticos en beneficio de la libertad y las minorías.
El propósito final es incorporar el partido al oficialismo, el contubernio con el proyecto obradorista es claro, si lo logran, se concentrarán en convertirlo en un satélite más de aquella fuerza gravitacional que es Morena. Pareciera un problema de los miembros de esta institución, pero no es así, es el aniquilamiento de nuestro sistema de partidos dando como resultado el régimen de partido único.
En el PRI no hay divisiones, lo que existe es una dirigencia nacional entreguista, una presidencia que concentró facultades y posiciones que no merecen en perjuicio del instituto político y sus militantes.
Michael Ignatiež es un brillante historiador canadiense, este año ha sido merecedor del premio Princesa de Asturias, protagonizó un caso extraño, siendo un intelectual relevante abandonó por años la academia para regresar a su país a hacer carrera política. Lo consiguió, ganó un distrito y desde ahí se convertiría en líder del Partido Liberal, el partido del poder canadiense durante el siglo XX.
Ignatiež, escribió un libro extraordinario donde narra sus experiencias: (Fuego y cenizas. Éxito y fracaso en política. Ed Taurus) en el revela lo noble de la actividad, pero también la distancia de los intelectuales y la ciudadanía de la política real, aquí una de sus reflexiones:
“Mientras que el medio natural de un pintor es la pintura, el de un político es el tiempo, porque debe adaptarse continuamente a sus cambios repentinos, inesperados y brutales. Un intelectual puede estar interesado en las ideas y las políticas en sí mismas, pero el interés de un político reside en saber si el tiempo para una determinada idea ha llegado o no”.
El tiempo de las dirigencias en la oposición ha terminado, aunque muchos no lo entienden.