Mientras en Sonora se respetan y veneran usos y costumbres de pueblos indígenas equivalentes a la esclavitud, como el matrimonio forzado y la venta de niñas, los flamantes representantes del pueblo sonorense velan en primerísima instancia por el bienestar de los animales.
La genuflexión a la que ha llegado el Congreso local ante el Poder Ejecutivo cuatrotero está haciendo historia, una historia cortesana de una mayoría que como nunca antes, ha subordinado el poder legislativo al gobernador en turno.
Natalia Rivera Grijalva, hoy regidora del Ayuntamiento de Hermosillo, quien tiró juego perfecto como diputada en la legislatura pasada, promovió la ley NI UNA NIÑA MÁS, que pretende proteger a la niñez de la esclavitud y el matrimonio forzado que siguen practicando algunas etnias en Sonora y por lo visto, ni para el gobernador Alfonso Durazo, ni para la actual legislatura, resultó más urgente y de obvia resolución que la polémica recientemente legislada Ley de Protección y Bienestar Animal que regula los derechos de los animales, lo cual, si bien es una causa noble, frente a la omisión por proteger a la niñez en primerísimo lugar en Sonora, se traduce en un mezquino y omiso despropósito.
David Figueroa Ortega, Diputado del partido verde, uno de los promoventes de esta ley, afirmó en entrevista que en la anterior legislatura se realizaron tres foros de parlamento abierto, por lo que haberla legislado de manera express, según su opinión fue lo correcto, aunque los “agentes sociales” involucrados que ahora reaccionaron sorprendidos ante esta legislación, pudieran ampararse si no fueron convocados a su revisión y consulta, como pareciera que ocurrió por las reacciones de ganaderos, galleros, cabalgantes, montaperros, cirqueros y vaqueros que al unísono clamaron, para atrás los fielders!!!
El pasado12 de septiembre se publicó esta ley en Sonora que prohíbe actividades que involucran crueldad animal, como las corridas de toros, peleas de gallos y perros, además de la venta de animales exóticos, entre tantos otros preceptos prohibitivos y punitivos que reflejan una preocupante zoofilia legislativa.
Sin desestimar aquellas restricciones de abuso animal con las que podemos estar de acuerdo en lo razonable, lo que sorprende e indigna es la urgencia por optar por proteger a los animales ignorando olímpicamente otra iniciativa que busca proteger derechos de seres humanos, lo cual pone en entredicho en su criterio al legislativo y ejecutivo o viceversa, que es lo mismo, ante lo evidente.
Mala e infame manera de iniciar las hostilidades en el pretendido legislativo donde quienes concluyeron o aceptaron que se les impusiera como prioritaria esta iniciativa antes de aquella por demás sustentada y urgente e inexplicablemente frenada, tal vez por venir de una mujer, condición que se supone al menos está de moda respetar como dice el discurso del tío poncho y cuanto legislador se le pregunte al respecto, o por el hecho que esta mujer haya sido ejemplar como legisladora en todo sentido y terreno o por el que siendo de un partido distinto a la runfla cuatrotera, haya demostrado más coherencia y compromiso social que todos sus compañeros de legislatura, en lo individual o en bola,.
El congreso está mandando así un mensaje negativo y ofensivo a los sonorenses y lo menos que podemos hacer es reclamarle a los diputados semejante aberración de criterio y distorsión de las prioridades de los sonorenses frente a las de una persona… ¿Qué dicen señores diputados?
Mándale tu opinión y parecer al diputado de tu distrito o tu partido y compártenos en nuestras redes sus razones y pretextos, si se atreve a contestarte.
Primer strike!!!