La Pequeña Dosis de Historia. Por: Joaquín Robles Linares
A lo largo de un siglo, México experimentó cambios administrativos a raíz del movimiento revolucionario, la Revolución convertida en Gobierno y con otra generación de mexicanos integrando aquellos esfuerzos encabezarían una renovación generacional exitosa.
Mujeres y hombres que habían experimentado las consecuencias de aquella guerra civil se integran a un intento de sumar conocimientos profesionales y experiencias proponiendo cambiar las condiciones sociales existentes.
El objetivo era mover las coordenadas de aquellas administraciones con la creación de instituciones nuevas y modernas, ligadas a las necesidades más apremiantes y constituidas por profesionales con una visión y preparación universal. Estas instituciones le otorgarían un rostro renovado al régimen profundizando los beneficios sociales, más allá del discurso entonado por los representantes políticos de los gobiernos en turno.
Por décadas, aquellos organismos fueron poblando aquel desolado páramo gubernamental, destacando dos materias que prevalecerían como ejes del régimen, Salud y Educación, pilares institucionales que moverían al País a mejores condiciones sociales.
Desde 1917 se había creado el Departamento de Salubridad Pública, en 1937 se crea la Secretaría de Asistencia Pública y en 1943, bajo el Gobierno del general Manuel Ávila Camacho, se funda la Secretaría de Salubridad y Asistencia, logrando fusionar todos los trabajos en uno solo.
Esta institución provocará un viraje afortunado a aquella dispersión de impulsos, como consecuencia de esto arribarán otras instituciones que mejorarán el destino de aquellos empeños, los Institutos Nacionales de Salud. 1943 fue un año virtuoso, llega el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Hospital Infantil de México y la Sociedad Mexicana de Higiene. Al año siguiente se inaugura el Instituto Mexicano de Cardiología, en 1946 las renovaciones continúan, entra en funciones el Instituto Nacional de Enfermedades de la Nutrición y el Instituto Nacional de Cancerología.
La ruta estaba trazada, las distintas instituciones de salud se van diversificando hasta llegar a los diversos estados formando hospitales regionales y dando rumbo a las políticas publica de salud, se consolida una estrategia novedosa y atinada en un campo tan importante.
Los Institutos Nacionales de Salud se convertirán en los referentes científicos nacionales, hospitales de vanguardia en atención, espacios de estudio y formación de generaciones de profesionales que se convertirán en la muestra de lo mejor de la medicina institucional, un éxito que llenaría de orgullo a generaciones de mexicanos.
Hoy las políticas instauradas por el actual régimen con más de un sexenio, son desastrosas, en más de un siglo nunca hubo una administración que demoliera lo construido por décadas de esfuerzo y perseverancia de generaciones que dieron sus vidas por una mejor salud. La carta que circuló recientemente del director del Instituto Nacional de Cardiología, es una muestra del profundo deterioro de estos organismos en México, aquellos institutos que antes fueron satisfacción y honra para un país, hoy están convertidos en hospitales sin equipamiento, sin personal imprescindible y sin insumos esenciales para continuar su labor. Sin embargo, al régimen no le interesan estas demandas, la reducción presupuestal en Salud será devastadora y profundizará el deterioro a niveles degradantes.
Las propuestas para seguir con el “Segundo Piso de la Transformación” no incluyen la mejora y salvamento de estas instituciones, el interés es continuar persiguiendo el delirio ferroviario en un mundo que se mueve mucho más rápido que un ferrocarril.
Como burla, se propone liderar una misión espacial latinoamericana, en una nación que no puede surtir sus farmacias. La Salud en México viaja en un tren imaginario, reflejando la mentalidad de esta administración. Los despropósitos suplantan a lo prioritario.